30 de diciembre de 2022

Cada día puede ser mejor que el anterior

 
Hasta donde me llega la memoria, nunca en mi vida he hecho un balance a fondo al finalizar un año y eso que ya tengo algo más de cincuenta primaveras sobre mis espaldas. 

Este año ha sido único y merece un buen balance. Por eso, antes que suene, en estas latitudes latinoamericanas, la última campanada del 2022, quiero compartir algunas reflexiones que me vienen  dando vueltas en mi cabeza y en mi alma desde hace unos días.

En enero de 2020, dos meses antes de que se declarara la pandemia por coronavirus yo estaba en una UCI con pronóstico reservado. No podía pasar bocado y me costaba caminar o mantener mi cabeza quieta. Me estaba alimentando por sonda. La situación era tal que algunos amigos cercanos empezaron a investigar la forma de conseguirme una pensión por invalidez. El futuro parecía clausurado para mi. No solo tenía mi cuerpo acabado, también el alma y mis pensamientos. Me sentía muerto en vida. Pero no era ese el destino que Dios quería para mi. 

Hace unos pocos días estaba de pie, ante un grupo de profesores, profundamente emocionado, dando gracias por todas las oportunidades que este año me había ofrecido. Cuando iba de regreso hacia mi silla, pensé que pocos podrían entender las razones de mi emotividad. Me vinieron a la memoria imágenes de cuando estuve hospitalizado, primero en octubre de 2019 y luego en enero de 2020. El que caminaba no era el Jaime de hace tres años, ni siquiera el de hace dos, era otro, un Jaime que estaba dormido, enjaulado, escondido, pero que finalmente salió a la luz, sin apenas darse cuenta. Claro, ahora lo se y lo entiendo y estoy feliz por ello.  

Desde agosto de 2020 me he dedicado, sin tener mucha claridad sobre lo que quería, a trabajar de manera independiente en varios frentes, todos guiados por un mismo eje compuesto de tres elementos interrelacionados: conocimiento, investigación, lenguaje escrito. Ahora, mirando lo aprendido puedo afirmar que no siempre es necesario tener un propósito totalmente definido en la vida para avanzar y sentirse mejor con uno mismo. Por supuesto, debe tenerse al menos una idea de base, conocer tus propias capacidades es un buen punto de partida; pero, no tiene que ser una idea estructurada. Lo que si resulta vital, de verdad, es actuar, luego se podrá ir perfeccionando la idea, la visión del futuro que quieres y te mereces, e ir dibujando objetivos cada vez más sólidos para tu vida. No quiero decir con esto que no sea importante tener una visión, un propósito claro; por supuesto que sí es importante para progresar en la vida, pero en caso de no tenerlo, no debes quedarte estancado, es imprescindible actuar, y poco a poco el horizonte se volverá más nítido, brillante y poderoso. 

A lo largo de este año tan particular he logrado consolidar mi autoconocimiento y mi autoestima. Por supuesto, debo seguir trabajando en ello, aún hay mucho por mejorar. En cualquier caso, lo que me da mayor alegría, lo que me ha impulsado a escribir estas líneas, es ver que he aprendido a creer en mi mismo, a no tener miedo de los retos que me llegan. Y cuando aparece el miedo, lo encaro y le digo: sé que puedo contigo. 

Creer en uno mismo abre muchas puertas, todas las que uno quiera o necesite que se abran, y además derriba casi cualquier obstáculo que se interponga en el camino. Algunos pueden demorar un poco más en caer, pero finalmente caen y los que no, significa que esa lucha no es para ti y que, de seguro, hay otras oportunidades esperando. 

Mis logros de este año: dirigí con éxito 5 Trabajos Fin de Máster con la Universidad Internacional de Valencia y hay otro en su fase fina, que será defendido en el 2023; corregí y mejoré sustancialmente 8 tesis, dos de pregrado, 4 de maestría y 2 de doctorado, sobre los más variados temas; escribí 3 artículos, 2 relacionados con educación virtual en tiempos de pandemia y otro sobre tomas de decisiones empresariales; revisé y mejoré tres documentos con contenido específico de cursos virtuales para la Policía Nacional; dicté, en dos ocasiones, un curso de seis horas sobre fundamentos de redacción científica con el CIID; dicté ese mismo curso, en versión más reducida, a cuatro grupos de profesores de una Universidad en el Perú; escribí un artículo sobre incidencia de las TIC en la educación ambiental en América Latina, que -confiando en Dios- será publicado en el primer trimestre de 2023; escribí y expuse mi primera ponencia desde que obtuve mi doctorado, el tema: Multidimensionalidad de la Pobreza y respuestas posibles desde la Economía de Francisco; gracias a una colega de la VIU hice una revisión crítica de un documento en inglés sobre claves para el uso adecuado de las TIC en educación superior (por supuesto me pagaron por dar mi opinión); tuve la oportunidad de asesorar a un precandidato a la presidencia de Colombia, revisando y aportando ideas a su programa de gobierno; acompañé y orienté las clases de metodología de la investigación de décimo y once en un colegio aquí en Colombia, lo que me dio la oportunidad de estar en contacto directo con los jóvenes; apoyé a los tutores de los proyectos de once de ese mismo colegio y, como otros años, evalué los trabajos de grado de los estudiante de 11 y los anteproyectos de los estudiantes décimo... Todo esto me ha dejado un aprendizaje y, con humildad lo digo, en cada parte he dejado una huella, quizá pequeña, quizá difusa, pero la he dejado.  

No ha sido poco, ciertamente. Todo lo logrado en este año 2022 me llena hoy de alegría y de satisfacción. Sin embargo, debo decir que a la par con los logros y los éxitos alcanzados, también hubo algunos fracasos, que quiero compartir. 

El más duro de todos quizá: los trabajos de grado que presentaron los estudiantes de once, de muy baja calidad en comparación con los de anteriores había. El golpe fue más duro porque era la primera vez que los acompañaba (a estudiantes y profesores) a lo largo de todo el año escolar, no solo al final, y yo estaba allí en teoría para que presentaran unos buenos trabajos. Pero no fue así. Esto me implicó hacer una serie de ajustes y evaluar a fondo mi labor como asesor del programa de investigación de este colegio. El resultado final no fue el esperado, pero aprendí algunas lecciones importantes: *asumir abiertamente, y sin dramatismos, la responsabilidad del fracaso permite avanzar y plantear soluciones asertivas; **es necesario tener las reglas claras desde el principio, no se puede trabajar sobre supuestos; ***no debo conformarme con cumplir y hacer solo lo que me piden, se puede siempre hacer más, por el bien de los estudiantes, por el bien de la institución para la que trabajo y por mi satisfacción personal. 

En marzo de este año me lance a ser parte del Consejo de Administración del conjunto donde vivo y fui elegido como Presidente... Ha sido una experiencia agridulce de la que he aprendido varias lecciones, menos esta: callar mis opiniones y mis frases cargadas de ironía. Para ser honesto, son varias las lecciones no aprendidas y si bien gané algo de costra, también es innegable que no logré superar mis prejuicios y mi rabia contra ciertas actitudes. Voy al punto. En el consejo hubo (hay, esto no se ha terminado) dos personajes con los que no he podido tener una buena relación. Su forma de ser, de hablar y de actuar me irrita profundamente y nunca tuve el valor suficiente para acallar esos sentimientos y terminé diciendo y haciendo cosas que no corresponden a un "buen cristiano". La mejor solución quizá habría sido renunciar y conservar mi paz interior. Sin embargo, no lo hice. Y, debo decir, aunque duela, que mi actitud frenó la posibilidad de concretar algunos proyectos. Por supuesto que la responsabilidad en todo lo que pasó y en lo que no pasó, no es solo mía. Ahora bien, a pesar de todo, sigo creyendo que vale la pena ejercer la política en cualquier ámbito, por pequeño que sea, impulsado por la idea que la política es el arte de buscar los mejores caminos posibles para lograr el bien común.    
¡En últimas, ha sido un gran año y voy a por más, en el 2023!
 
Hoy, 30 de diciembre, doy infinitas gracias a Dios por todo lo vivido, lo alcanzado y lo aprendido en este año que está a punto de terminar. Gracias a mi esposita y a mis hijos, por amarme tanto en los buenos y en los malos días. Por todo lo que me enseñan. Y gracias a todos los que me acompañaron, de una u otra manera, en este tramo del camino. GRACIAS.   

Dios es bueno; siempre y en todo momento, DIOS ES BUENO.
 
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23 de diciembre de 2022

Alas de esperanza

En época de cambios, 

mejor dejar el pesimismo 

y optar por la sonrisa, 

por la sinceridad amable, pero diáfana

por las rosas y las uvas,

por el agua cristalina. 


Revivir la esperanza, 

la alegría y el optimismo 

aunque a veces sea gris el panorama 

con la certeza que siempre,

tarde o temprano, 

la luz vuelve a brillar. 


La vida vale la pena ser vivida 

aunque sea impredecible 

aunque traiga dolores 

aunque haya preguntas sin respuesta 

aunque a veces broten espinas por doquier. 


A veces parece empinada la existencia,

pesada la carga que llevamos,

seco y árido el camino, 

pero la cima nos aguarda,

y también nos esperan con regocijo

el árbol, la sombra, el trigo y las cerezas.


El dolor ha sido siempre semilla,

la alegría serena, su flor eterna.

El camino puede que no sea llano,

pero está abierto para seguir andando. 

Vamos juntos, sin miedos, sin reservas,

el mundo nos espera y nos necesita. 

Por todo esto, hoy, solo quiero sonreír. 




 



 

14 de diciembre de 2022

Desempolvando al poeta

Busco palabras

Tengo días en que
busco palabras sonoras y precisas
para decir algo profundo,
un algo que ilumine mi propio sendero,
pero de pronto me doy cuenta que
no tengo nada nuevo que decir.
Como si solo de aridez estuviera hecho.
Quizá me falte salir a mirar y andar otros mundos.
O saber escuchar en silencio.
El estar inmerso entre conceptos,
hoy, de ética, pedagogía y metodología
no me deja ver, ni hablar en esos días,
desde mi corazón escondido.

Hay muchos días así.

Pero mañana saldrá de nuevo el sol
y seguiré caminado, buscando, soñando.
¿Será diferente? ¿Seré diferente?
¿Vendrán las palabras?
¿Quién puede saberlo a ciencia cierta?
Que más da.
La vida se nos ofrece
momento a momento
para saborearla, para disfrutarla,
para sufrirla;
en fin, para ser y estar,
aquí y ahora.

14/dic/2022
Jaime Borda V.









27 de noviembre de 2022

Una hora, 21 minutos y 20 segundos para conocer nuestra Casa

EL GRITO DE LA MADRE TIERRA

Documental "La Carta"


"Laudato Si, Oh mio Signore" (San Francisco de Asis)

"Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura". 
Papa Francisco - Laudato Si, 2 

Confieso que durante muchos años he vivido sin advertir que la Tierra es también un prójimo al que cuidar y amar. La naturaleza no era más que un bálsamo para la vista. Solo hasta hace poco me he percatado de la estrecha relación que tengo (y que tenemos) con el planeta en el que vivimos. Es una relación similar y quizá más honda que la que tiene un bebé durante los meses que dura su gestación completa en el seno de una madre. 

Por esto días está llovido torrencialmente en Colombia y en diversas partes del mundo. Estos acontecimientos son, sin duda, un clamor de la madre tierra. Ella nos está llamando a revisar nuestra forma de vivir, una forma basada en el consumismo ilimitado. No puedo dejar de preguntarme: ¿a dónde nos llevará esta actitud mezquina e irracional de querer tener más de lo que realmente necesitamos e ir por la vida como si fuéramos eternos? 

Este película, o documental, "La Carta", me ha hecho reflexionar más hondamente sobre cuánto estoy llamado (estamos) a pensar en la Tierra como una parte de mi mismo (de cada uno). Por supuesto que pensar y tomar consciencia sobre todo esto no es suficiente. Hay necesidad de actuar en consecuencia,  cambiar hábitos, pensar con responsabilidad antes de dar un paso en una dirección o en otra.    
 
"La Carta" es una amorosa invitación a escuchar atentamente a la naturaleza y a todos aquellos que han logrado tener una conexión más profunda con ella y han asumido su papel en este momento histórico, a pesar de las adversidades. El Papa, como se ve en la película, convoca cuatro voces específicas para que entre ellas se escuchen y para que de ellas salga un clamor fuerte, y a la vez pintado de esperanza, con la firma ilusión de que, desde los más pequeños entre los pequeños, hasta los más grandes y poderosos entiendan (entendamos) que depende de todos salvar al planeta, salvar la raza humana. 

El Papa Francisco convocó en su momento a Las cuatro voces de Laudato Si: 
Arouna Kandé - La voz de los pobres 
Cacique Dadá Borarí - La voz de los indígenas 
Ridhima Pandey - La voz de los jóvenes 
Dr. Greg Asner y Dra. Robin Martin - La voz de la vida salvaje / de la ciencia

Todos ellos se reunieron en el Vaticano bajo la guía y el abrigo de la Dra. Lorna Gold, directora general del Movimiento Laudato Sí. Sus relatos, sus historias, sus sueños nos interpelan a lo largo de esta película-documental a cambiar de rumbo, a cuidar la Tierra con y por amor, a cuidarnos unos a otros, como hijos de la Madre Naturaleza. 

"Nos necesitamos mutuamente. Ninguno de nosotros es una isla. Y solo podemos construir el futuro si  trabajamos todos juntos, sin excluir a nadie. Nuestra relación con la naturaleza no puede renovarse si no se renueva la humanidad" Papa Francisco, Laudato Si, 118. 

Si has tenido el tiempo para leer estas líneas algo deshilvanadas, tomate una hora, 21 minutos y 20 segundos, para mirar atentamente y escuchar con el corazón este hermoso documental. Después, si quieres, nos tomamos un café, ojalá bajo la sombra de un árbol.     

No somos islas, somos el cosmos y somos parte de él al mismo tiempo y nuestra existencia está ligada a la de la naturaleza y a la de todos los seres vivientes. 

19 de noviembre de 2022

El arte de ser maestro hoy


Maestro - Escuela: Desafíos y Posibilidades

Autora: Maricel Salazar 

*Comparto este texto reflexivo de mi estimada colega y amiga Maricel Salazar

Desde hace ya mucho tiempo la sociedad colombiana ha estado atravesando por situaciones que han generado cambios en las formas de ser, de pensar y de actuar. Y aunque el fenómeno se extrapola a nivel mundial, es bueno situarse en un contexto medianamente conocido para reflexionar, claro, sin pasar por alto las causas externas; pero con la seguridad de evaluar posibilidades sustanciales al tener la autoridad que me otorga el sólo hecho de pertenecer allí.

Y aunque la pandemia ha sido  bien importante e influyente en el tema que quiero abordar, no es éste única causa de la inexorable reflexión que estamos llamados a hacer en torno a los desafíos y las posibilidades del maestro en estos tiempos. Aunque sí podría decirse que cambiar las aulas de clase presencial por espacios mediados por alguna tecnología, me permiten pensar en la escuela no como el lugar físico, sino más bien como un lugar determinado por un sin número de variables que definen una relación compleja entre sujetos; siendo los protagonistas: maestro(a)s-estudiantes.

Ya desde mucho tiempo atrás, a partir del auge de las tecnologías de la información y la comunicación, la sociedad viene transformándose a un ritmo apresurado. Las relaciones interpersonales, las necesidades básicas, las formas de consumo, las creencias, el acceso al conocimiento etc. parecen estar caracterizadas por la fluidez, por el desconocimiento del valor de uso y más bien por la exaltación y consumo de experiencias (Bauman, 2007).

          Ante la inmediatez como una necesidad, la escuela tiene la posibilidad y la misión de actuar como desacelerador al introducir momentos de reflexión, contemplación y meditación. El maestro puede otorgar el tiempo para que esto ocurra, para que la opinión se transforme en una reflexión. (Meirieu, 2001).

La escuela como una muestra a pequeña escala de la sociedad, es en donde confluye la multiplicidad de cuerpos y mentes; y aunque si bien es cierto, no es el único lugar en donde de aprenden “cosas”, sí es un espacio (como ya lo he dicho, no necesariamente físico) en donde se tejen posibilidades para el futuro y está, en gran medida, en manos de los maestro(a)s direccionarlas.

 Nótese que utilizo la palabra maestro(a) no indefinidamente, sino partiendo de las precisiones realizadas por Quiceno (2014). Según este autor, aunque docente, profesor y maestro son palabras que se suelen aludir indistintamente al mismo sujeto, hay importantes aclaraciones por hacer. Según este autor, el docente es definido por la universidad, por la facultad, y su papel obedece más al sistema de producción capitalista; en este sentido lo que “produce” en las mentes de sus estudiantes sirve de eslabón para la cadena mercantilista; al docente por lo tanto, poco le preocupa el cuidado, la reflexión, la corrección, los valores del “otro” que es el estudiante; a él le preocupa enseñar su disciplina. El profesor, por su cuenta es creado por las profesiones, garantiza su oficio a lo largo de su trayectoria, aunque no lo sienta, aunque no lo lleve en la sangre y en consonancia “crea” en el estudiante unas habilidades. Finalmente, el maestro, para quien educar es un arte, es quien reflexiona, evalúa su proceso, su materia prima, su producto, el contexto, el espacio sociocultural, cambia continuamente y asume su responsabilidad política (Quiceno Castrilón, 2014).

Hago esta aclaración porque para poder hablar de posibilidades, cada maestro(a) deberá reconocerse a sí mismo como lo que es y porque está donde está. Esto implica hacerse varias preguntas de autoreflexión: ¿quién es?; ¿cómo se define?; ¿qué busca con su profesión?; y otras preguntas que  tengan que hacerse a fin de ubicarse ontológica y epistemológicamente. Sólo así, lo que se piensa, lo que se hace y lo que se dice estarán en el mismo plano y se asumirá conscientemente la posición política que este loable oficio requiere (Freire, 2002).

     Y en este sentido, el pensarse como maestro(a) (sujeto cognoscente) implica también el reconocimiento del “otro”: el estudiante (sujeto conocido o por conocer). Es verdaderamente trascendente lo que implica saber escuchar la voz del otro; reconocerlo es que “su voz no desaparezca detrás de la del sujeto cognoscente, o sea tergiversada como consecuencia de la necesidad de traducirla de acuerdo con los códigos de las formas de conocer socialmente legitimadas” (Vasilachis, 2009, p. 17)

      Y ante la advertencia del carácter homogeneizador de la escuela que han hecho entre otros Illich (1985), y Bourdeau & Passeron (1996), quienes no han duda en afirmar que la escuela es por defecto parte de la maquinaria de la que se sirve el sistema capitalista para el mantenimiento del status quo o para la reproducción del orden social; esta misma denuncia ya de por sí desalentadora,  abre distintas posibilidades de pensar la escuela como un nicho propicio también para el cambio.

      Flavia Terigi (2012), en una conferencia para la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) discutía acerca del “saber pedagógico por defecto”, comparándolo con las configuraciones que traen los sistemas operativos, programas o aplicaciones tecnológicas digitales por defecto; esta autora ha encontrado, al menos desde mi punto de vista, una de las debilidades que podemos tener los que enseñamos: usar nuestro “saber pedagógico por defecto” y no hacer las configuraciones pertinentes de acuerdo al contexto, para sacar el mejor provecho a nuestra labor y en consonancia hacer de la escuela un lugar de posibilidades para todos.

        Sin embargo, en este viaje de auto-reflexión, surgen otras preguntas: ¿cuál es la función del maestro(a) en la escuela hoy?, ¿a quién se debe formar?, ¿qué tipo de ciudadano requiere hoy el mundo? Y por supuesto, ¿cómo lograrlo? 

        Es bien sabido que cada escuela cuenta, o, por ley, debería contar con un currículo oficial. Esto, junto a todas las experiencias, rutinas, prácticas que se llevan a cabo allí y que no necesariamente hacen parte del currículo oficial, determinan en gran medida a los sujetos que por gran parte de su vida permanecen en la escuela. Las estigmatizaciones por el tipo de estudiante (bueno-malo); la organización de los cuerpos en un salón de clase; los horarios; las divisiones del conocimiento por materias de estudio, etc. Todas estas clasificaciones dejan huellas perennes en las formas de actuar, pensar, y decir de los seres humanos que hayan pasado por una escuela (Rockwell, 2014). 

       La escuela es poderosa en este sentido. Y si bien hay otros espacios de aprendizaje, la escuela es uno de esos donde coexiste, por excelencia, la pluralidad. La escuela es en sí misma una posibilidad, en tanto que allí además de poder “desacelerar” las mentes de las nuevas generaciones, brindar el tiempo de reflexión y de transformación (Meirieu P. , 2017); los jóvenes y por qué no, los maestros(as) pueden encontrar el sentido de la vida, su “holding”, un espacio que tiene la posibilidad de acoger, proteger, alojar, transformar; un espacio político (Frigerio, 2011).

       Pero las posibilidades de la escuela son intrínsecas a las del maestro(a). Por lo tanto, superar la visión dicotómica característica de la modernidad y avanzar a un pensamiento cada vez más complejo, como lo propone Najmanovich  (2016),  puede acercarnos a que, como maestros, reconozcamos en el  “otro” las diferencias. Y en esta medida, desde nuestra vocación, logremos contribuir a la formación de ciudadanos críticos; resilientes; empáticos (Serrano Sarmiento & Sanz Ponce, 2019), que promuevan la diversidad de pensamiento, así como una formación, que lejos de la apropiación de un currículo centrado en las disciplinas, integre al “ser” complejo que se interesa por el bienestar de su entorno natural y social.

Trabajos citados

Bauman, Z. (2007). Los Retos de la Educación en la Modernidad Líquida. Barcelona: Editorial Gedisa.
Frigerio, G. (2011). Formar, saber, ignorar, re-conocer. En A. Martínez Boom, & A. (. Álvarez Gallego , Figuras contemporáneas del maestro en américa látina (págs. 85-126). Bogotá: La Imprenta Editores.
Meirieu, P. (2001). La opción de educar. Ética y Pedagogía. (págs. 15-28). Barcelona: Octaedro-Rosa Sensat.
Meirieu, P. (09 de 04 de 2017). La opción de Educar y la Responsabilidad Pedagógica. (G. Brener, Entrevistador) Encuentro. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=UHhKjKYGfhw&t=7s
Najmanovich, D. (2016). El cambio educativo del control disciplinario al encuentro comunitario. En S. &. Finocchio, Diversos mundos en el mundo de la escuela. Barcelona: Gesida .
Pérez Gómez, A. I. (1995). La escuela, encrucijada de culturas. Revista Investigación en la Escuela, 7-24.
Quiceno Castrilón, H. (2014). El maestro: del oficio a la profesión. Miradas críticas. Separata Revista Educación y Pedagogía, 33-53.
Rockwell, E. (2014). De huellas, bardas y veredas: Una historia cotidiana en la escuela. En E. (. Rockwell, La escuela cotidiana (págs. 13-57). México: Fondo de Cultura Económica.
Serrano Sarmiento, Á., & Sanz Ponce, R. (2019). Reflexiones y propuestas prácticas para desarrollar la capacidad de resiliencia frente a los conflictos en la escuela. Publicaciones. Facultad de Educación y Humanidades del Campus de Melilla, 49(1), 177-190. doi:10.30827
Terigi, F. (2008). Lo mismo no es lo común. En G. Frigerio, & G. (. Diker, Posiciones acerca de lo común (págs. 209-221).
Vasilachis, I. (2009). Los Fundamentos Ontológicos y Epistemológicos de la Investigación Cualitativa. Forum: Qualitative Social Research.



31 de octubre de 2022

El valor relativo del conocimiento en la modernidad líquida

Hace ya varios días, en la red social LinkedIn, leí esta idea acerca de la educación, que me dejó pensando largamente:

"La indiferencia crece. En ninguna parte el fenómeno es tan visible como en la enseñanza donde en algunos años, con la velocidad del rayo, el prestigio y la autoridad del cuerpo docente prácticamente han desaparecido. El discurso del Maestro ha sido desacralizado, banalizado, situado en el mismo plano que el de los mass media y la enseñanza se ha convertido en una máquina neutralizada por la apatía escolar, mezcla de atención dispersada y de escepticismo lleno de desenvoltura ante el saber. Gran turbación de los Maestros. Es ese abandono del saber lo que resulta significativo, mucho más que el aburrimiento, variable por lo demás, de los escolares. Por eso, el colegio se parece más a un desierto que a un cuartel (y eso que un cuartel es ya en sí un desierto), donde los jóvenes vegetan sin grandes motivaciones ni intereses. De manera que hay que innovar a cualquier precio: siempre más liberalismo, participación, investigación pedagógica y ahí está el escándalo, puesto que cuanto más la escuela se dispone a escuchar a los alumnos, más éstos deshabitan sin ruido ni jaleo ese lugar vacío". 

Lipovetsky (2005). La era del vacío. Barcelona: Anagrama 


¿Qué tan cierta es esta afirmación? ¿Podemos transformar la situación actual? 

A pesar de que muchos expertos y personas de los más diversos bagajes culturales, dicen, con frecuencia, que la educación es el motor del progreso y la base para cualquier cambio -positivo- de la sociedad, lo cierto es que hoy el panorama es más bien desalentador en cuanto al valor que le dan algunas familias y más aún los jóvenes a este aspecto de la vida. 

Educar y educarse para construir una mejor sociedad ya no resulta un objetivo tan primordial para muchos individuos. Parece más atractiva la perspectiva de ser rico y famoso, creando videos con contenido superfluo. Así surge y se cimienta la relatividad de la escuela y del conocimiento como pilares del desarrollo personal.

Ahora bien, no es bueno generalizar, nunca. Eso resulta injusto, desproporcionado y hasta dramático, más aún si hablamos de la labor de un profesor, ya sea de colegio o de universidad e igualmente si hacemos referencia a los estudiantes, sean del nivel que sean. Por fortuna hay un buen número de excepciones a la regla de la mediocridad. No obstante, es innegable que la educación tiene que cambiar para poder transformar a los individuos y a la sociedad. Esto es algo que se viene diciendo hace años, pero pareciera que seguimos en las mismas, es decir, conservando una educación tradicionalista, de mera transmisión de conocimientos. ¿Será? 

¿Son los estudiantes indiferentes ante lo que se les enseña o trata de enseñar? No todos,  ciertamente, pero el porcentaje puede ser alto, más de lo que estamos dispuestos a admitir. A los poderosos les sirve esa falta de interés ante el conocimiento, pues así serán más manipulables, que en últimas es lo que buscan. La gente que piensa puede ser un peligro y sobre todo si son muchos. Entonces la sociedad constriñe a la escuela para que esta siga una ruta prefijada a fin de mantener el status quo. Ahora bien, el análisis de la indiferencia actual de los jóvenes y de muchos adultos seguramente tiene otros matices en los que, por ahora, no profundizaré. Como lo he señalado en otras partes, la realidad es poliédrica y por ende es apenas natural pensar que cualquier problema social puede tener múltiples causas. 

En esta era de la relatividad y de la "instantaneidad" (Bauman, 2002), el esfuerzo que implica estudiar, aprender, interpretar, analizar, crear... resulta poco atrayente. La mayoría de las personas quieren todo "en el acto". Se busca la satisfacción inmediata, que por lo mismo pasa demasiado rápido y entonces se vive en una búsqueda permanente, pero desordenada y siempre inconclusa, de la satisfacción lo que en últimas lleva al "agotamiento y la desaparición inmediata del interés" (Bauman, 2002). Es uno de los aspectos propios de la modernidad líquida en que vivimos. 

Cabe señalar también que en medio de este caos hay un buen número de intelectuales, que aún teniendo mucha información y habiendo desarrollado su pensamiento por encima del promedio, lo hacen dentro de unos cánones previamente establecidos. No es fácil salirse de esa caja y en últimas son pocos los que realmente lo logran y pueden entonces encontrar nuevas respuestas a preguntas incómodas y a otras de vital importancia para la humanidad. 

¿Son los colegios y las universidades un desierto donde los jóvenes vegetan? De nuevo, no es bueno generalizar, pero ante el deseo de la inmediatez que se sacia con suma facilidad, la escuela y el conocimiento que allí puede adquirirse resultan hoy de poco valor. Aparentemente ya no hay nada por descubrir, nada nuevo que inventar. Vivimos en una falacia y no nos hemos percatado de ello (o no queremos darnos cuenta).  

En las universidades privadas y a veces hasta en las públicas, el estudiante es tratado como "el cliente" y, según las leyes del mercado, "el cliente siempre tiene la razón". De otra parte, "los jóvenes de hoy en día" (Le Luthier), están acostumbrados a que todo está a "un click de distancia". Por esto, tener que esforzarse mental y físicamente no es algo tan necesario, o al menos así nos lo quieren hacer ver y son muchos los que caen en el engaño. El poder que se le ha dado al conocimiento, ahora no es el mismo que tenía hasta finales del siglo pasado.  En este escenario hay otras posibilidades más interesantes que ir a la universidad. ¿Cómo cambiar esta situación? 

Estamos llamados a repensar nuestra labor como docentes para transformar la "modernidad líquida" en la que estamos sumergidos y reconstruir el mundo para bien de todos. No es una tarea sencilla, pero sí apremiante e inaplazable. 


Jaime Borda V., PhD
@ Blog: La Vida en Siete Colores


*Zygmunt Bauman (2002). Modernidad Líquida. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.

24 de septiembre de 2022

No te quedes quieto.

No basta con tener una meta clara en tu vida, es necesario actuar para alcanzarla. Es más, a veces puedes no tener absoluta certeza sobre lo que quieres (solo una idea vaga); igual es importante actuar buscando ser mejor persona y mejor profesional. Al actuar, en coherencia con tus valores y principios, muy posiblemente encontrarás tu meta, el sentido de tu vida.

Jaime Borda. 24/09/2022.



20 de agosto de 2022

La vieja costumbre de: “es que el presupuesto no alcanza”

Es de conocimiento público que el manejo de los dineros públicos es algo complicado, no solo por las múltiples necesidades de cada población y las diversas opciones que puede haber para su ejecutar su gasto de manera justa y equitativa, sino porque, infortunadamente mucha gente no resiste la tentación de usarlos para sus intereses... No quiere decir que siempre sea así, pero... 

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En Colombia, como bien lo sabemos, la cultura y el deporte no han ocupado nunca el primer lugar de la agenda política del país y por supuesto tampoco del presupuesto nacional. Hay otros rubros siempre más importantes que, cabe pensar, permiten tergiversar los dineros públicos con mayor facilidad. Es algo que sucede en todas las entidades del estado, y ello incluye muchas alcaldías a lo largo y ancho del territorio nacional. Es solo una suposición, pero sabiendo lo que se sabe, no es algo tan descabellado. 

El caso más reciente y más sonado ha sido el de la selección femenina de futbol. Ellas han luchado por llegar hasta donde han llegado con las uñas, pero sin el apoyo que debería darles el gobierno. Claro, y ahora que han hecho brillar el tricolor nacional en diferentes escenarios del mundo, ahora si son importantes. No obstante, no tengo conocimiento de que haya habido un pronunciamiento del gobierno al respecto. Podría uno decir que es que el presidente y sus ministros están muy recién posesionados, pero una noticia de este tipo merecía unas palabras y una acción propositiva inmediata. Pero, creo que seguimos esperando.

Ahora bien, el caso de las aguerridas futbolistas de la selección nacional sub-20 es uno de los pocos casos que salen a la luz y nos permiten saber las injusticias y las arbitrariedades que se cometen a diario contra nuestros deportistas y las personas dedicadas al arte y la cultura en general, a lo largo y ancho del país. 

Los grupos de teatro, o los coros infantiles, juveniles o de adultos de cualquier municipio de Colombia, sea grande o pequeño si quieren llegar lejos les toca conseguirse un financiamiento particular para alcanzar sus sueños.  Me refiero específicamente a los grupos “patrocinados” por los municipios o los departamentos.

Escribo “patrocinados”, así entre comillas, porque ese patrocinio se limita normalmente a lo mínimo y los alcaldes y secretarios de cultura creen que con eso ya están haciendo mucho. Y hacen todo lo posible por envolatar los dineros que podrían ayudar a proyectar mucho más lo poco que se hace.

Hoy quiero referirme a un caso específico porque me ha tocado de manera personal y me ha hecho ver con más claridad hasta dónde llega la pequeñez de las personas que son nombradas en cargos públicos de cierta importancia. Son personas, imagino yo, metidas en el mundo de la política ya sea de manera circunstancial o permanente y que ven esos nombramientos como una oportunidad para ganar poder y enriquecerse ilícitamente con dinero que deberían ser manejados con absoluta transparencia y destinados a obras y actividades que contribuyan al desarrollo y al progreso de una región o de un municipio en particular. Eso es lo que uno desea y espera. Seguramente hay excepciones a este comportamiento. Eso espero.  

En el municipio de Tocancipá existe, desde hace ya varios años una Escuela de Formación Artística (EFAT) que, sin lugar a dudas, ha beneficiado a muchos niños, niñas y jóvenes que han encontrado en este espacio, la oportunidad de explorar y potenciar sus habilidades artísticas. En la actualidad, según datos de la Secretaría de Cultura, esta Escuela beneficia a unos 5000 niños, jóvenes y adultos del municipio. Y eso, dicen algunos, ya es razón suficiente para sacar pecho. La EFAT ya tiene un cierto reconocimiento a nivel del departamento y quizá a nivel nacional. ¿Pero, me pregunto yo, es esto realmente suficiente? ¿Puede un alcalde y un secretario de cultura conformarse con esto? Por supuesto que no.

El caso particular del Coro Infantil es realmente lamentable. Es un coro de un gran nivel artístico, gracias a la dedicación de los maestros, de los niños, las niñas y los padres. El municipio se limita a pagarles a los maestros su salario. ¿Les pagaran bien? No lo sé. Ese dato no lo tengo. Pero este coro, que canta como los ángeles, tiene un mismo uniforme desde hace varios años. Los profesores tienen que pedirles a los niños y niñas que van pasando la edad y toman otros rumbos o quizá el mismo pero en otros lados, que les dejen los uniformes, para poder dárselos a los nuevos que llegan cada año. ¿Un municipio como Tocancipá no tiene para renovar el uniforme de su coro infantil cada año o al menos cada dos años? Eso no puedo creerlo.

Y la cereza del pastel. Hoy, mientras escribo estas líneas, 22 de esos niños que conforman el coro están participando de un taller internacional de coros infantiles en la Ciudad de Medellín en el que han tenido la oportunidad única de cantar con otros coros del mismo nivel o incluso mejores (puede que sí, puede que no) y dirigidos, nada menos y nada más que por el maestro Kirlianit Cortés (colombiano), el actual Director de los Niños Cantores de Viena. ¿Cómo llegaron los niños hasta allá? Antes que nada gracias al tesón de los maestros y de los padres y de algunas personas de buena voluntad que contribuyeron económicamente a que este sueño fuera posible. ¿Y el municipio? Bueno, el municipio aportó lo del transporte y lo del alojamiento (pero, solo con el  desayuno).

La historia, aparentemente, es de aplaudir. Sin embargo, la realidad tras bambalinas es otra. Al secretario de cultura del municipio se le anunció con cuatro meses de antelación sobre este evento y dijo que, claro, que él lo apoyaría. ¿Y qué pasó? Pues ocho días antes de viajar dijo que ¡no había presupuesto! ¡Lo dijo ocho días antes del viaje! Se necesita mucho coraje para jugar así con los sueños de unos niños.

Unas madres presionaron y tras pocas horas dijeron que los niños podrían viajar desde el miércoles 17 de agosto por la noche, cuando el acuerdo inicial era que viajarían ese día, pero temprano en la mañana para poder llegar en la noche del miércoles a Medellín y estar listos para empezar su taller el jueves temprano en la mañana. Ahí, la protesta fue ya de todos los padres y, “misteriosamente”, apareció el dinero para que pudieran viajar el miércoles en la mañana y tener la noche del miércoles en el hotel (también pagada por el municipio). Bastante extraño, ¿no?

De todas maneras, a los padres, la mayoría de bajos recursos, nos tocó recolectar más dinero para el resto de comidas, incluyendo las del miércoles y las de este domingo 21 de agosto,  cuando tuvieron que devolverse de noche, tras un día intenso, ya que juste este domingo (ayer) tuvieron su fantástica presentación en el Teatro Universidad de Medellín, junto con los demás coros que están participando en este taller. Después de tres intensos días de preparación y de ensayos desde las 8 am hasta las 6 o incluso hasta más tarde, ayer domingo se presentaron, con el mismo uniforme que tienen desde hace años, uniforme que a algunos les queda un poco grande y a varias niñas ya un poco estrecho. Pero sus voces, junto a las de los demás coros, hicieron vibrar de emoción a todos los asistentes.

Luego, ellos y ellas, junto con los maestros y tres madres acompañantes, tras esa presentación tuvieron que salir directo al hotel, coger sus maletas, ir a disfrutar una cena bien merecida y subirse al bus sin poder celebrar, como es debido, la hazaña y la experiencia inolvidable de estos días, para regresar a sus hogares (porque el presupuesto no alcanzó para pagar la noche del domingo) donde sus padres los esperamos con los brazos abiertos y henchidos de orgullo. 

¿Y cuando lleguen, será que el alcalde hará publicidad política? Amanecerá y veremos.

Jaime Borda Valderrama 

31 de julio de 2022

Algunas claves para consolidar la anhelada paz

Cada tanto me hago algunas preguntas como estas: ¿Sí tenemos ya algunas carreteras de 4a generación, por qué sigue siendo tan difícil que los campesinos tengan unas mejores condiciones de vida? ¿Si hemos logrado destacar en campos como la ingeniería o la medicina, por qué resulta tan complicado crear una sociedad con más y mejores oportunidades para todos? ¿por qué es tan difícil vivir en paz en Colombia? Estoy seguro que no soy el único que se hace este tipo de cuestionamientos.

Ahora, no creo exagerar si digo que, al menos el 90% de los colombianos deseamos vivir en paz. Esta es una quimera compartida por un número significativo de connacionales, no tengo la menor duda. ¿Pero, por qué no lo logramos? ¿Será que este gran sueño depende solo de la voluntad de unos pocos, como el gobierno, las guerrillas, los paramilitares? ¿Qué tanto depende de la voluntad colectiva, es decir de nuestra voluntad, la de los ciudadanos de a pie? 

Muchas preguntas, ¿pocas respuestas? 




¿Será que nos falta bondad y sentido de solidaridad? Yo creo que sí, pero ciertamente no es esto la única causa, ni la principal. Me atrevo a enumerar aquí siete, que desde mi perspectiva contribuyen al estado actual de nuestra situación nacional de pobreza, desigualdad, subdesarrollo y violencia. 

1) La corrupción, ese virus enquistado que corre por las venas de un alto porcentaje de la población. Es importante aclarar y subrayar que esta terrible enfermedad no es exclusiva de los políticos. Se da en todas las esferas sociales, culturales y económicas. Pero, lo peor, es que parece que lo llevamos en la sangre. En fin, de  cualquier manera, es un comportamiento que se ha normalizado en nuestra sociedad colombiana, es decir se acepta como algo inherente a la cultura y aunque nos seguimos escandalizando ante algunas nefastas noticias que corroboran que en lugar de disminuir la enfermedad tiende es a crecer, en el fondo es lo "normal", tanto en contratos públicos como privados e incluso en situaciones cotidianas menores. Muchos creen que está bien hacer trampa, aumentar la factura, o falsificar una firma bajo ciertas circunstancias. Nos movemos, lamentablemente, dentro del marco de una relatividad moral y ética en el que todo cabe. Esto requiere una reflexión profunda que va más allá de la normatividad para combatirla o de impartir una asignatura de ética en colegios y universidades. 

2) La mala educación. Este tema daría para un largo ensayo, pero, por ahora, quiero enfocarme en algunos aspectos esenciales. La mala educación no tiene sus raíces solo en un sistema deficiente o en un currículo mal planteado. Si bien son aspectos importantes, el problema es más de fondo, está, al menos desde mi punto de vista, en la fragilidad y vulnerabilidad en que hoy se encuentra la familia como base de la sociedad y en la falta de valor que se le da a la docencia como profesión madre de todas las demás profesiones. 

Sobre este último aspecto es necesario puntualizar que esa falta de valor se ve reflejada en la deficiente formación del profesorado, en los malos sueldos que reciben y en el poco compromiso que algunos tienen con este noble oficio, quizá el más sagrado y valioso de todos los oficios. Ciertamente es necesario hacer reformas estructurales a la educación, reformas que incluyen no solo construcción de nuevos centros educativos, sino también repensar el currículo con una perspectiva de globalización, con una mirada claramente definida hacia el cuidado del medio ambiente, y que propicie la investigación (ya desde los colegios) en las diferentes áreas del conocimiento, así como el desarrollo del pensamiento crítico y el pensamiento creativo, tan necesarios para co-crear y transformar la sociedad.   

Dice Paulo Freire, el gran maestro de Pernambuco, que "La educación no cambia el mundo, pero cambia a las personas que van a cambiar el mundo"... ¿Qué tan cierto es esto? Para que esto se de tenemos primero que reflexionar sobre cuál es el tipo de educación que puede realmente cambiar a las personas, para bien, claro está. Surge aquí otra pregunta: ¿Qué tipo de educación se necesita para educar ciudadanos y ciudadanas de bien que sueñen, con el corazón y con la mente, con cambiar el mundo y actúen en consecuencia? 



3) Cultura de la violencia, falta de oportunidades y el dinero fácil. ¿Será que además de la corrupción, la violencia también corre por nuestras venas como una mala herencia de nuestros antepasados liberales y conservadores? Otro tema interesante para un buen debate. Si empiezo por mi propia historia diría que no soy lo que se dice una persona violenta, al menos no en el sentido más estricto. Es decir, muy posiblemente no sería capaz de hacerle daño físico grave a una persona cuyas palabras o actitudes me molestan mucho. De todas maneras, si puedo ser, an algunas ocasiones y solo con cierto tipo de personas, bastante hiriente y agresivo con mis palabras y con mis actos, sin llegar a ser violento físicamente. Pero también he conocido personas a las que les cuesta mucho controlar su ira y sus impulsos violentos ante ciertas situaciones que a mi modo de ver no son tan delicadas ni tan graves como para llegar a agredir a otra persona. 

Si analizamos nuestra historia resulta más que evidente el hecho de que la violencia es, tristemente, parte de la misma. El conflicto armado es una clara muestra de ello. A ese conflicto se suma la violencia desatada por el narcotráfico en la década de los noventa y que dejo una huella muy honda en nuestra sociedad y en nuestra cultura. El narcotráfico es fruto de una tendencia que tienen algunas personas a querer el dinero fácil, a un deseo insano de tener muchos lujos y privilegios a cualquier costo, sin importar los medios. Y por supuesto, no puedo dejar de mencionar la violencia callejera que azota varias de nuestras ciudades y algunas regiones, lo que ha hecho de nuestro país uno de los más inseguros del mundo. Es más, durante las últimas décadas hemos ocupado el deshonroso primer puesto como la nación más insegura del planeta. 

Todas las expresiones de la violencia en Colombia son, a mi modo de ver, fruto de la mala educación, la falta de buenas oportunidades laborales, la carencia de buenos líderes, la falta de identidad y una carencia total de principios por parte de un porcentaje más o menos significativo de la población.    

4) Un pensamiento tercermundista y derrotista. Muchos connacionales siguen creyendo que somos un país "subdesarrollado" cuando en realidad no lo somos. Muchos siguen creyendo que es mejor irse porque este país ya no tiene arreglo. Los políticos acaban con toda esperanza de un futuro promisorio como el que soñamos y nos merecemos. Aunque esto puede ser cierto, no podemos dejar nuestras vidas en manos de los politiqueros de turno. Por otro lado nos falta fomentar una ciudadanía activa que se interese por participar en política y transformarla. ¿Es un trabajo difícil? Sí, por supuesto que lo es, pero no es imposible. Sin embargo necesitaríamos aunar voluntades. Por fortuna este pensamiento negativista no lo compartimos todos, pero si hay muchos que nacen y mueren derrotados. Necesitamos cambiar esta forma de pensar. Y esto empieza por casa, con el decidido apoyo de la escuela, por supuesto. A mi modo de ver se necesitan escuelas de liderazgo especialmente dirigidas a las poblaciones más vulnerables, incluyendo en esto a jóvenes y adultos, a hombres y mujeres por igual.  

5) Una cultura de la pobreza. Esto va ligado al pensamiento tercermundista, pero es algo que se ha encarnado de manera diferente en las clases populares y en las clases altas. Los primeros creen que ese es su destino y que no pueden o, peor aún, no merecen cambiarlo. En los segundos está la idea de que los privilegios son solo para unos pocos y, los que tienen más poder hacen todo por quedarse en él eternamente sin importar los medios y explotando a los más vulnerables. Parece un círculo vicioso del que es prácticamente imposible salir. Sin embargo, no tiene porque ser así. La solución, en cualquier caso, no depende solo de programas de gobierno que de manera efectiva logren una mejor distribución de la riqueza, también es necesario cambiar mentalidades y empoderar, positivamente claro está, a los más vulnerables de la sociedad, tanto jóvenes (de ambos sexos), como a hombres, mujeres y personas de otras tendencias. 

6) La falta de compromiso político por parte de los ciudadanos comunes y corrientes. La realidad nos muestra que hay un porcentaje alto de la población (quizá por el encima del 40%, tomando como referente el abstencionismo en las elecciones) que tiene una postura de total indiferencia ante la política. Ven el tema como un sinónimo de corrupción y de discusiones estériles entre dos bandos opuestos: izquierda vs derecha (aunque quizá ahora son tres o hasta más). No entendemos que el verdadero sentido de la política es el servicio, buscar el bien común. La política significa también responsabilidad, honestidad y compromiso. Si se quiere acabar con la corrupción y con las clases políticas tradicionales los ciudadanos de a pie tenemos que participar en política y, aunque resulte una tarea titánica, igual debemos asumirla. Es mejor saber que se ha luchado por cambiar y no quedarse de brazos cruzados esperando siempre a que otros decidan por nosotros y por nuestras familias.   

7) La falta de una economía solidaria o una economía de comunión. Éste no solo es un problema de Colombia sino de todo el mundo, ya que la situación actual del planeta en materia ambiental requiere, urgentemente, de un cambio de modelo económico en el que la regla no sea la competitividad, ni la ganancia a toda costa, por encima de los intereses colectivos. No, la nueva economía debe girar en torno a las personas y debe considerar a la naturaleza no como un recurso más de la cadena productiva sino como un bien compartido que debe cuidarse y regenerarse continuamente. Hay que incluir en los presupuestos empresariales y hasta familiares los costos ambientales de nuestras acciones y entender lo que podemos y debemos hacer para restaurar la madre tierra, o, como la ha llamado el Papa Francisco, la Casa Común. Por supuesto, además de entender, es indispensable actuar con celeridad, por el bien de todos.   

En síntesis, amigo lector o amiga lectora, la paz no llegará por arte de magia, simplemente por haber firmado un Acuerdo y por un valioso informe de la Comisión de la Verdad (puede que no sea perfecto ni completo, pero es muy valioso). De cualquier manera, se necesita mucho más que eso, sin demeritar el valor que ya tienen estos hechos; también se requiere que cada habitante de este hermoso territorio llamado Colombia ponga voluntad, coraje, fraternidad y esperanza. También, hay que decirlo, se necesita volver la mirada a Dios o, por lo menos, favorecer el desarrollo de la dimensión espiritual de cada persona. Y, en lo más concreto, es importante e impostergable comenzar a trabajar desde ya, de manera conjunta, con armonía y determinación, en pro de mejorar los siete aspectos señalados en esta breve reflexión socio-crítica. 
 
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23 de junio de 2022

Entre una visión apocalíptica y una esperanza solidaria

Finalmente han pasado las elecciones en Colombia y el país tiene un nuevo presidente que empezará a ejercer sus funciones a partir del próximo 7 de agosto. El pueblo colombiano se ha pronunciado en las urnas y ha decidido darle la oportunidad de gobernar el país al izquierdista Gustavo Petro Urrego y a la líder social, afrodescendiente, Francia Márquez Mina. Un hito histórico para nuestro país


La corta diferencia de casi 750.000 votos entre Gustavo Petro, del llamado "Pacto Histórico" y el outsider Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, ha dejado como resultado un ganador y también un país claramente dividido. Ya lo estábamos, pero las votaciones del pasado domingo 19 de junio lo han dejado aún más en evidencia: por el ingeniero de Piedecuesta Rodolfo Hernández votaron 10.580.399 personas, mientras que por el ex-senador y líder de izquierda Gustavo Petro, oriundo -al parecer- de Ciénaga de Oro (Córdoba) votaron 11.281.002 colombianos y colombianas. Contrario a lo que este segundo candidato y su fórmula vicepresidencial dijeron, no hubo fraude electoral, o al menos eso parece hasta el momento. Muchos "rodolfistas" tienen sus dudas al respecto. Esperemos que se disipen en el corto plazo, para bien de todos.

Intuyo, aunque sin pruebas fehacientes, que un porcentaje significativo de los que votaron por Hernández lo hicieron más como un rechazo a Petro y a Francia Márquez y al PH que por que estuviesen convencidos de que el ingeniero era la mejor opción para Colombia. Esto significa que hay más de 10 millones de almas inconformes y que cargan hoy con un gran miedo por lo que pueda pasar en el futuro cercano; entre esas almas me encuentro yo. Hay temor a un desplome sustancial en la economía nacional, a que los paramilitares y -quizá- las guerrillas recrudezcan sus ataques, a la persecución política contra los que pensemos diferente, a que Petro se quede en el poder indefinidamente, a que el "vivir sabroso" sea apenas una ilusión que se esfumará en poco tiempo. En fin, hay un sinnúmero de miedos que algunos tenemos aún a flor de piel, ante la perspectiva de un futuro demasiado incierto. 

El discurso de Gustavo Petro, después de unas emocionantes palabras de agradecimiento por parte de Francia Márquez, dejó en el ambiente una sensación de esperanza, al menos eso me pasó a mi y a todos en mi casa. Ahora bien, estoy seguro que muchos no lo ven así, pero, desde mi perspectiva, Petro en sus palabras dibujó de manera elocuente el país que la mayoría de colombianos y colombianas soñamos. Como él mismo lo expresó: "las elecciones, más o menos, mostraron dos Colombias (...) nosotros queremos que Colombia en medio de su diversidad sea una Colombia, no dos Colombias, y para que sea una Colombia necesitamos del amor... Entendida la política del amor como una política del entendimiento, como una política del diálogo, como una política de comprendernos los unos a los otros". Como diría Pablo Bohórquez, éstas son "palabras mayores". No cabe duda que ha sido un gran discurso, de los mejores que he escuchado en mucho tiempo. ¿Pero cómo hacerlo realidad? 

Más allá de si estas sentidas palabras han salido de lo profundo de su corazón o no, y si son fruto de un sueño sincero o no, me pregunto: ¿seremos capaces de hacer realidad estas palabras? ¿seremos capaces, entre todos y todas, de hacer de Colombia una Potencia Mundial de la Vida? Por ahora, no parece una tarea fácil. Hay muchas heridas, unas viejas y otras más nuevas. Hemos vivido por muchos años en medio de la pobreza, la desigualdad, las injusticias, la violencia; de hecho, son muchos y muchas los que han muerto injustamente a causa de sus ideas. A esta triste realidad, se suma todo el odio que se exacerbó a lo largo de la campaña presidencial, gracias en buena medida a las mentiras, los engaños y los insultos que se dieron, de un lado y otro, entre los miembros o los simpatizantes de ambas bandos. Hay que reconocerlo, éramos dos bandos, dos Colombias opuestas, y lo seguimos siendo.

Aunque hasta cierto punto los ánimos se han calmado y hay menos revuelo en las redes sociales y, seguramente, menos discusiones familiares, se siguen viendo y escuchando expresiones de odio, de rabia, de tristeza o, también, de una infundada superioridad. Algunos ganadores se están creyendo "los buenos de la historia", con una grandeza sin piso, fruto de su ego y de su ceguera. Y del otro lado, están los más pesimistas, que siguen echando leña al fuego, que empezaron desde ya a vaticinar un futuro demasiado oscuro para nuestro país. 


Personalmente creo que resulta muy precipitado hacer pronósticos claros (sean pesimistas u optimistas) sobre lo que nos espera a partir del próximo 7 de agosto, cuando Gustavo Petro Urrego se posesione como nuevo Presidente de Colombia y Francia Márquez como la nueva Vicepresidenta, la primera mujer afrodescendiente, de origen humilde, en ocupar ese cargo. La historia aún está por escribirse. ¿Qué tal si cada uno, sin importar de que bando seamos, hacemos un esfuerzo, y ponemos de nuestra parte por escribir una historia bonita, digna de ser contada, de la que podamos sentirnos orgullosos? 

A pesar de todos los miedos y dudas que tengo, prefiero mirar al futuro con alegría. Elijo enfrentar la incertidumbre con optimismo y buscar caminos para hacer realidad la "política del amor", no porque este de moda el tema, ni porque sea la promesa del presidente electo, sino porque creo que realmente es lo mejor para todos. Como lo dijo hace ya varios años, la líder religiosa, de origen italiano, Chiara Lubich, "la política es el amor de los amores", porque su objetivo principal es buscar los mejores caminos para lograr el bien común.  

Dicen que las palabras y el pensamiento tienen poder, ¿Cuánto poder no podríamos tener y proyectar si sincronizamos los de todos los Colombianos y las Colombianas de buena voluntad que soñamos con la paz, el progreso eco-sostenible y la justicia social? ¿Lo logras imaginar?

Espero, con todo mi corazón, que este momento no se quede solo en infértil poesía. Ya veremos.

Un abrazo.

12 de junio de 2022

Colombia, entre dos oscuros abismos


En ocho días los colombianos debemos tomar una decisión importante, elegir un nuevo presidente para que lidere los destinos de nuestra nación durante los próximos cuatro años. Sin embargo, como en pocas ocasiones hasta ahora, hay un porcentaje significativo de ciudadanos indecisos que no logran tomar una decisión que realmente los convenza. Entre esos estoy yo. 

Personalmente, como lo he dicho en la redes, me siento entre dos abismos (y no soy el único), no solo porque no me veo representado por ninguno de los dos candidatos, sino porque, desde mi perspectiva,  considero que ninguno de los dos es realmente una buena opción para tomar las riendas del gobierno y llevar a Colombia hacia un futuro más esperanzador, en el que predomine la concordia y el desarrollo sostenible con justicia social, como el que la gran mayoría de los habitantes de este lindo país soñamos.

Quizá no todo es tan amargo para los indecisos. Es bueno ver lo positivo, aún en medio de la tormenta. Reconozco que los resultados que arrojaron las urnas el pasado 29 de mayo representan un triunfo de la democracia. Los colombianos dijeron, claramente que quieren un cambio de rumbo, que los politiqueros de siempre no sigan jugando con nuestros sueños y nuestras ilusiones. Colombia le dijo a la casta política tradicional: ¡Basta!

Pero, hay que decirlo, lo dicha no duró mucho, lamentablemente. Dados los resultados que se obtuvieron, debemos hacer una segunda vuelta. Eso ha generado que, desde el día siguiente a ese lluvioso domingo, el escenario político se polarizara aún más de lo que ya estaba. No parecía posible ir más en picada, pero lo cierto es que los ataques, los insultos, las mentiras y las noticias falsas, de parte y parte, siguen siendo el pan nuestro de cada día. En medio de este panorama, para algunos ciudadanos y ciudadanas de clase media (sobre todo) resulta aún más difícil tomar una decisión con la que ellos y ellas se puedan sentir bien. Entre ese grupo, como ya lo he dicho, me encuentro yo.

Lanzo aquí unas preguntas, que a mi modo de ver, son válidas: ¿Cuál es el cambio que queremos? ¿Cuál es el cambio que necesitamos?, ¿Por qué tantos, incluido quien escribe estas líneas, no confiamos en Gustavo Petro? ¿Y la alternativa de votar por Rodolfo nos parece una locura? Petro tiene, en términos generales, un buen programa de gobierno, bien estudiado; sin embargo, en dicho programa del cambio hay algunas propuestas que son demasiado ambiciosas e incluso irrealizables. Y, por el otro lado, el programa de gobierno del ingeniero es muy básico, al menos al juicio de varios analistas expertos en estos temas. Y eso no es lo peor, sino toda la cantidad de incoherencias que ha dicho en las entrevistas y la clara falta de control emocional que tiene. Es un peligro. Está bien que una persona sea franca, pero uno quisiera que quien aspira a la presidencia al menos tenga un poco de cultura y hable con vehemencia, pero con mesura y con lógica. Rodolfo Hernández no es esa persona. Lo salva su fórmula vicepresidencial que poco a poco se hace más visible y, hasta donde yo he visto, habla con sensatez y con un lenguaje claro y honesto, sin palabras grandilocuentes y sin una emocionalidad desbordada, contrario a lo que ha mostrado Francia Márquez en muchas ocasiones. Infortunadamente Marelen Castillo es muy poco conocida y además no tiene ninguna experiencia en el intrincado y descabellado mundo de la política colombiana. Eso puede ser bueno, hasta cierto punto, pero por otro lado puede ser un obstáculo para llevar a cabo las propuestas que tiene la llamada Liga Anticorrupción, que tampoco son las mejores para el país.

A pesar de las buenas cosas que veo en su programa de gobierno, sigo desconfiando mucho de Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial Francia Márquez -y de muchos de los que están detrás-, no solo por la posibilidad de que se quede en el poder indefinidamente,  sino por lo que él transmite y genera en la mayoría de sus seguidores. El discurso de Gustavo Petro y de Francia Márquez, aunque se ha moderado, está cargado de odio y resentimiento. Estoy seguro que un experto en análisis del discurso lo notaría fácilmente. Y eso ha generado más odio y más resentimiento entre quienes lo siguen, lo que es un caldo de cultivo para desatar una violencia más devastadora de la que hemos conocido hasta ahora, en el corto y mediano plazo. 

Cabe subrayar que el peligro de que Petro se quede en el poder, según varios politólogos y analistas, es realmente muy difícil que se dé, por los diferentes organismos de control que existen actualmente en Colombia.  Además, está el Ejército Nacional, que, con toda seguridad, no dejará que eso pase. No obstante, como dice el dicho, “caras vemos, corazones no sabemos”. Además, tal como han hecho Uribe y Duque, podría cooptar los entes de control y hasta el congreso. Casos se han visto. Pero esto es solo especulación y, como lo he dicho, siendo muy honestos es bastante improbable que suceda.   

A pesar de todo y en medio de la más total incertidumbre, hay que tomar una decisión. Queda la posibilidad de votar en blanco, pero no estoy seguro que eso tenga la repercusión que uno quisiera que tuviera. No pasa de ser algo simbólico y, a no ser que fuera una votación por encima de los dos millones de voto, su efecto en el destino inmediato de nuestro país será prácticamente nulo.

Lo único cierto, por ahora, es que estamos terriblemente divididos, con miedos y odios enquistados que no nos permiten pensar con claridad. Gane quien gane este 19 de junio lo logrará, muy seguramente, por un muy estrecho margen, como lo ha señalado el historiador y analista político Juan Carlos Flórez en una reciente entrevista que le hicieron en Caracol Televisión. Por otro lado, el “ganador” tendrá que hacer un gran esfuerzo por unir a Colombia, lo que supone empezar, antes que nada, por calmar el actual huracán de polarización en el que estamos sumergidos. Bueno, es posible que ese huracán se desborde al otro día de las elecciones, sobre todo si Petro no gana y en ese caso el problema tendrá que enfrentarlo Iván Duque y, por lo que ha mostrado hasta ahora, no creo que esté preparado para gestionar una revuelta de semejante magnitud. Ojalá me equivoque.   

“¿A dónde  iremos a parar si seguimos así?” (De una canción del Gen Rosso)


En la vida estamos siempre eligiendo.



Tranquilidad interrumpida. Cuento.

    La tranquilidad interrumpida Era el último sábado de marzo, por la tarde, cuando sonó, tímidamente, el timbre de su apartamento...