23 de junio de 2022

Entre una visión apocalíptica y una esperanza solidaria

Finalmente han pasado las elecciones en Colombia y el país tiene un nuevo presidente que empezará a ejercer sus funciones a partir del próximo 7 de agosto. El pueblo colombiano se ha pronunciado en las urnas y ha decidido darle la oportunidad de gobernar el país al izquierdista Gustavo Petro Urrego y a la líder social, afrodescendiente, Francia Márquez Mina. Un hito histórico para nuestro país


La corta diferencia de casi 750.000 votos entre Gustavo Petro, del llamado "Pacto Histórico" y el outsider Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, ha dejado como resultado un ganador y también un país claramente dividido. Ya lo estábamos, pero las votaciones del pasado domingo 19 de junio lo han dejado aún más en evidencia: por el ingeniero de Piedecuesta Rodolfo Hernández votaron 10.580.399 personas, mientras que por el ex-senador y líder de izquierda Gustavo Petro, oriundo -al parecer- de Ciénaga de Oro (Córdoba) votaron 11.281.002 colombianos y colombianas. Contrario a lo que este segundo candidato y su fórmula vicepresidencial dijeron, no hubo fraude electoral, o al menos eso parece hasta el momento. Muchos "rodolfistas" tienen sus dudas al respecto. Esperemos que se disipen en el corto plazo, para bien de todos.

Intuyo, aunque sin pruebas fehacientes, que un porcentaje significativo de los que votaron por Hernández lo hicieron más como un rechazo a Petro y a Francia Márquez y al PH que por que estuviesen convencidos de que el ingeniero era la mejor opción para Colombia. Esto significa que hay más de 10 millones de almas inconformes y que cargan hoy con un gran miedo por lo que pueda pasar en el futuro cercano; entre esas almas me encuentro yo. Hay temor a un desplome sustancial en la economía nacional, a que los paramilitares y -quizá- las guerrillas recrudezcan sus ataques, a la persecución política contra los que pensemos diferente, a que Petro se quede en el poder indefinidamente, a que el "vivir sabroso" sea apenas una ilusión que se esfumará en poco tiempo. En fin, hay un sinnúmero de miedos que algunos tenemos aún a flor de piel, ante la perspectiva de un futuro demasiado incierto. 

El discurso de Gustavo Petro, después de unas emocionantes palabras de agradecimiento por parte de Francia Márquez, dejó en el ambiente una sensación de esperanza, al menos eso me pasó a mi y a todos en mi casa. Ahora bien, estoy seguro que muchos no lo ven así, pero, desde mi perspectiva, Petro en sus palabras dibujó de manera elocuente el país que la mayoría de colombianos y colombianas soñamos. Como él mismo lo expresó: "las elecciones, más o menos, mostraron dos Colombias (...) nosotros queremos que Colombia en medio de su diversidad sea una Colombia, no dos Colombias, y para que sea una Colombia necesitamos del amor... Entendida la política del amor como una política del entendimiento, como una política del diálogo, como una política de comprendernos los unos a los otros". Como diría Pablo Bohórquez, éstas son "palabras mayores". No cabe duda que ha sido un gran discurso, de los mejores que he escuchado en mucho tiempo. ¿Pero cómo hacerlo realidad? 

Más allá de si estas sentidas palabras han salido de lo profundo de su corazón o no, y si son fruto de un sueño sincero o no, me pregunto: ¿seremos capaces de hacer realidad estas palabras? ¿seremos capaces, entre todos y todas, de hacer de Colombia una Potencia Mundial de la Vida? Por ahora, no parece una tarea fácil. Hay muchas heridas, unas viejas y otras más nuevas. Hemos vivido por muchos años en medio de la pobreza, la desigualdad, las injusticias, la violencia; de hecho, son muchos y muchas los que han muerto injustamente a causa de sus ideas. A esta triste realidad, se suma todo el odio que se exacerbó a lo largo de la campaña presidencial, gracias en buena medida a las mentiras, los engaños y los insultos que se dieron, de un lado y otro, entre los miembros o los simpatizantes de ambas bandos. Hay que reconocerlo, éramos dos bandos, dos Colombias opuestas, y lo seguimos siendo.

Aunque hasta cierto punto los ánimos se han calmado y hay menos revuelo en las redes sociales y, seguramente, menos discusiones familiares, se siguen viendo y escuchando expresiones de odio, de rabia, de tristeza o, también, de una infundada superioridad. Algunos ganadores se están creyendo "los buenos de la historia", con una grandeza sin piso, fruto de su ego y de su ceguera. Y del otro lado, están los más pesimistas, que siguen echando leña al fuego, que empezaron desde ya a vaticinar un futuro demasiado oscuro para nuestro país. 


Personalmente creo que resulta muy precipitado hacer pronósticos claros (sean pesimistas u optimistas) sobre lo que nos espera a partir del próximo 7 de agosto, cuando Gustavo Petro Urrego se posesione como nuevo Presidente de Colombia y Francia Márquez como la nueva Vicepresidenta, la primera mujer afrodescendiente, de origen humilde, en ocupar ese cargo. La historia aún está por escribirse. ¿Qué tal si cada uno, sin importar de que bando seamos, hacemos un esfuerzo, y ponemos de nuestra parte por escribir una historia bonita, digna de ser contada, de la que podamos sentirnos orgullosos? 

A pesar de todos los miedos y dudas que tengo, prefiero mirar al futuro con alegría. Elijo enfrentar la incertidumbre con optimismo y buscar caminos para hacer realidad la "política del amor", no porque este de moda el tema, ni porque sea la promesa del presidente electo, sino porque creo que realmente es lo mejor para todos. Como lo dijo hace ya varios años, la líder religiosa, de origen italiano, Chiara Lubich, "la política es el amor de los amores", porque su objetivo principal es buscar los mejores caminos para lograr el bien común.  

Dicen que las palabras y el pensamiento tienen poder, ¿Cuánto poder no podríamos tener y proyectar si sincronizamos los de todos los Colombianos y las Colombianas de buena voluntad que soñamos con la paz, el progreso eco-sostenible y la justicia social? ¿Lo logras imaginar?

Espero, con todo mi corazón, que este momento no se quede solo en infértil poesía. Ya veremos.

Un abrazo.

12 de junio de 2022

Colombia, entre dos oscuros abismos


En ocho días los colombianos debemos tomar una decisión importante, elegir un nuevo presidente para que lidere los destinos de nuestra nación durante los próximos cuatro años. Sin embargo, como en pocas ocasiones hasta ahora, hay un porcentaje significativo de ciudadanos indecisos que no logran tomar una decisión que realmente los convenza. Entre esos estoy yo. 

Personalmente, como lo he dicho en la redes, me siento entre dos abismos (y no soy el único), no solo porque no me veo representado por ninguno de los dos candidatos, sino porque, desde mi perspectiva,  considero que ninguno de los dos es realmente una buena opción para tomar las riendas del gobierno y llevar a Colombia hacia un futuro más esperanzador, en el que predomine la concordia y el desarrollo sostenible con justicia social, como el que la gran mayoría de los habitantes de este lindo país soñamos.

Quizá no todo es tan amargo para los indecisos. Es bueno ver lo positivo, aún en medio de la tormenta. Reconozco que los resultados que arrojaron las urnas el pasado 29 de mayo representan un triunfo de la democracia. Los colombianos dijeron, claramente que quieren un cambio de rumbo, que los politiqueros de siempre no sigan jugando con nuestros sueños y nuestras ilusiones. Colombia le dijo a la casta política tradicional: ¡Basta!

Pero, hay que decirlo, lo dicha no duró mucho, lamentablemente. Dados los resultados que se obtuvieron, debemos hacer una segunda vuelta. Eso ha generado que, desde el día siguiente a ese lluvioso domingo, el escenario político se polarizara aún más de lo que ya estaba. No parecía posible ir más en picada, pero lo cierto es que los ataques, los insultos, las mentiras y las noticias falsas, de parte y parte, siguen siendo el pan nuestro de cada día. En medio de este panorama, para algunos ciudadanos y ciudadanas de clase media (sobre todo) resulta aún más difícil tomar una decisión con la que ellos y ellas se puedan sentir bien. Entre ese grupo, como ya lo he dicho, me encuentro yo.

Lanzo aquí unas preguntas, que a mi modo de ver, son válidas: ¿Cuál es el cambio que queremos? ¿Cuál es el cambio que necesitamos?, ¿Por qué tantos, incluido quien escribe estas líneas, no confiamos en Gustavo Petro? ¿Y la alternativa de votar por Rodolfo nos parece una locura? Petro tiene, en términos generales, un buen programa de gobierno, bien estudiado; sin embargo, en dicho programa del cambio hay algunas propuestas que son demasiado ambiciosas e incluso irrealizables. Y, por el otro lado, el programa de gobierno del ingeniero es muy básico, al menos al juicio de varios analistas expertos en estos temas. Y eso no es lo peor, sino toda la cantidad de incoherencias que ha dicho en las entrevistas y la clara falta de control emocional que tiene. Es un peligro. Está bien que una persona sea franca, pero uno quisiera que quien aspira a la presidencia al menos tenga un poco de cultura y hable con vehemencia, pero con mesura y con lógica. Rodolfo Hernández no es esa persona. Lo salva su fórmula vicepresidencial que poco a poco se hace más visible y, hasta donde yo he visto, habla con sensatez y con un lenguaje claro y honesto, sin palabras grandilocuentes y sin una emocionalidad desbordada, contrario a lo que ha mostrado Francia Márquez en muchas ocasiones. Infortunadamente Marelen Castillo es muy poco conocida y además no tiene ninguna experiencia en el intrincado y descabellado mundo de la política colombiana. Eso puede ser bueno, hasta cierto punto, pero por otro lado puede ser un obstáculo para llevar a cabo las propuestas que tiene la llamada Liga Anticorrupción, que tampoco son las mejores para el país.

A pesar de las buenas cosas que veo en su programa de gobierno, sigo desconfiando mucho de Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial Francia Márquez -y de muchos de los que están detrás-, no solo por la posibilidad de que se quede en el poder indefinidamente,  sino por lo que él transmite y genera en la mayoría de sus seguidores. El discurso de Gustavo Petro y de Francia Márquez, aunque se ha moderado, está cargado de odio y resentimiento. Estoy seguro que un experto en análisis del discurso lo notaría fácilmente. Y eso ha generado más odio y más resentimiento entre quienes lo siguen, lo que es un caldo de cultivo para desatar una violencia más devastadora de la que hemos conocido hasta ahora, en el corto y mediano plazo. 

Cabe subrayar que el peligro de que Petro se quede en el poder, según varios politólogos y analistas, es realmente muy difícil que se dé, por los diferentes organismos de control que existen actualmente en Colombia.  Además, está el Ejército Nacional, que, con toda seguridad, no dejará que eso pase. No obstante, como dice el dicho, “caras vemos, corazones no sabemos”. Además, tal como han hecho Uribe y Duque, podría cooptar los entes de control y hasta el congreso. Casos se han visto. Pero esto es solo especulación y, como lo he dicho, siendo muy honestos es bastante improbable que suceda.   

A pesar de todo y en medio de la más total incertidumbre, hay que tomar una decisión. Queda la posibilidad de votar en blanco, pero no estoy seguro que eso tenga la repercusión que uno quisiera que tuviera. No pasa de ser algo simbólico y, a no ser que fuera una votación por encima de los dos millones de voto, su efecto en el destino inmediato de nuestro país será prácticamente nulo.

Lo único cierto, por ahora, es que estamos terriblemente divididos, con miedos y odios enquistados que no nos permiten pensar con claridad. Gane quien gane este 19 de junio lo logrará, muy seguramente, por un muy estrecho margen, como lo ha señalado el historiador y analista político Juan Carlos Flórez en una reciente entrevista que le hicieron en Caracol Televisión. Por otro lado, el “ganador” tendrá que hacer un gran esfuerzo por unir a Colombia, lo que supone empezar, antes que nada, por calmar el actual huracán de polarización en el que estamos sumergidos. Bueno, es posible que ese huracán se desborde al otro día de las elecciones, sobre todo si Petro no gana y en ese caso el problema tendrá que enfrentarlo Iván Duque y, por lo que ha mostrado hasta ahora, no creo que esté preparado para gestionar una revuelta de semejante magnitud. Ojalá me equivoque.   

“¿A dónde  iremos a parar si seguimos así?” (De una canción del Gen Rosso)


En la vida estamos siempre eligiendo.



1 de junio de 2022

NUESTRA DEMOCRACIA ESTA VIVA

El pasado domingo 29 de mayo, en Colombia, tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales, bajo un ambiente de zozobra y tensiones entre las dos grandes fuerzas políticas que actualmente existen en Colombia: los petristas y los uribistas, fruto de la nefasta costumbre que tenemos de personalizar la política. Sin embargo, en total se presentaron 6 candidatos, de los cuales debíamos elegir dos para la segunda vuelta que será el próximo 19 de junio.    

En principio había cuatro candidatos que se hicieron mas visibles durante la campaña a primera vuelta: Gustavo Petro, que punteaba en las encuestas, Federico Gutiérrez, que hasta poco antes del 29 iba de segundo, Sergio Fajardo (el mas preparado y con el mejor programa de todos) y Rodolfo Hernández, el "ingeniero" de Bucaramanga, quien hizo una campaña en redes impresionante. Al final del día, el pueblo se pronunció, dándole a Petro y a Francia algo mas de 8.500.000 de votos (logrando conquistar un 40,32%) y al ingeniero Hernández con su, hasta ahora, desconocida fórmula vicepresidencial, casi 6.000.000 (lo que representa el 28,15% de la votación). No puede dejarse de lado el abstencionismo que en este caso llegó a un 45%.    


Contrario a lo que han dicho en varias ocasiones Gustavo Petro y Francia Márquez, en relación con que en Colombia no hay democracia, las filas a primera hora de la mañana, al menos en Tocancipá (norte de Cundinamarca), fueron bastante largas. En general, se observó una afluencia continua de personas, hombres y mujeres, durante todo el día, a pesar de las condiciones climáticas (fue un día lluvioso).

Los videos que comparto a continuación son una muestra de que la democracia en Colombia, aunque frágil, sigue viva. Y, por fortuna, hasta donde se supo, fue una jornada tranquila en prácticamente todo el territorio nacional. 







En otro momento haré un análisis mas a fondo sobre los resultados; eso espero.
A pesar del abstencionismo, sigo creyendo que ganó la democracia y cayeron las maquinarias políticas que usualmente han manipulado, de una u otra manera, este gran evento.
No obstante, quiero señalar que los resultados no son fruto de un análisis profundo de los programas políticos, son solo el resultado del descontento contra la clase dirigente y también de la tensa lucha que se viene dando desde hace ya unos años entre el antiuribismo y el antipetrismo.
Para las elecciones presidenciales, la mayoría de los colombianos y las colombianas nos movemos por emociones, por imágenes, por ideas fijas o estereotipos, por sentimientos, pero no por razonamientos lógicos ni por un análisis concienzudo de los programas que proponen los candidatos. Son muy pocos los ciudadanos responsables que se los leen y los estudian a fondo.   

Tranquilidad interrumpida. Cuento.

    La tranquilidad interrumpida Era el último sábado de marzo, por la tarde, cuando sonó, tímidamente, el timbre de su apartamento...