A veces ver una simple película te puede refrescar el alma. Una de las tantas cosas buenas que me han sucedido después de casarme fue la de heredar, si así puede decirse, una pasión por el cine, el buen cine.
Hoy, tras días intensos de clínicas, médicos, medidas de la saturación, cánulas de oxígeno, y un recóndito sentimiento de orfandad..., pude sentarme a ver una película: "Lucky Star", sobre una yegua y su jinete, una joven, por demás hermosa, que siendo muy pequeña (quizá tenía unos 10 u 11 años) perdió a su madre.
Para mí, una película que vale la pena porque es refrescante por su ritmo, por los paisajes, por los caballos (ah! los caballos, son tan hermosos y libres), por los personajes, por los diálogos, por lo que te puede dejar en el alma, aunque sea por un instante... Esos instantes que te ayudan a recuperar el aliento y la fe.
Seguro que esta película no será ganadora de un Oscar, pero eso carece de toda importancia; creo que rara vez el cine de Hollywood te desea una sensación así, de aire fresco, como el que debe sentir un buen jinete corriendo a una yegua por una explanada de esas que parecen no tener fin...
El dolor, cada vez me convenzo más de ello, puede ser una fuente de fuerza y de inspiración... La vida casi nunca es sencilla, eso está claro, pero con amor, con fe, con tenacidad y perseverancia podemos llegar muy lejos, muy lejos, a donde nuestros sueños nos lleven...
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