21 de junio de 2012

Una queja sin mucho fundamento...


Aunque entiendo las razones, o al menos eso creo, manifiesto mi total desacuerdo con la decisión de cerrar las bibliotecas por las tardes durante el verano... 

Hace pocos días fuimos de paseo con mis hijos a la biblioteca con ganas de leer algo y de alquilar una película. Al llegar, había varias personas cerca de la entrada como esperando a que la puerta se abriera, no obstante el triste aviso que anuncia el nuevo horario del verano, desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre, los libros, las películas y la música estarán disponible sólo de las 9:00 a las 14:00 horas... Obviamente, la puerta no se abrió. El cuadro era más bien triste: nosotros en la calle y los libros al otro lado a oscuras y completamente desolados... 

En las tardes tendrán que quedarse allí en sus estanterías esperando sin mucho consuelo a que pasen las horas. Sus amigos los lectores estamos condenados a restringir nuestras visitas sólo a esas 5 horas matutinas que los ayuntamientos han determinado para el uso público de las bibliotecas. Las demás horas son para el silencio, la quietud y un descanso que los libros no han pedido. Bueno en esas horas muchos irán a la piscina, a la playa, al cine, etc, etc, etc... Pero siempre habrá, estoy seguro, alguien que añoraría ir a una biblioteca a ojear un libro o a estar con sus hijos buscando una película para ver en casa el viernes por la noche. Si por alguna razón se acuerda de ello después de las 2 de la tarde, tendrá que cambiar de programa! 

Seguramente que más de uno pensará que estoy loco: ¿ir a una biblioteca en verano? Y yo les diría ¿y por qué no? Bueno, no tenemos necesariamente que estar todos de acuerdo, ni más faltaba. 

He dicho que comprendo las razones de este triste y restrictivo horario... Comprendo que durante el verano los empleados de la biblioteca tienen todo el derecho a descansar, que los usuarios disminuyen porque muchos (los que aún pueden) se van de viaje o al menos están en la piscina que más les gusta, o se van de compras o a caminar por las calles de su pueblo o a hacer lo que les plazca, que, por otro lado, en la situación actual hay que ahorrar dinero y de seguro que no hay para pagar algunos empleados extras, aunque si hay para botar en fiestas y en despilfarres como los del traslado del ayuntamiento de Madrid (sabías que se gastaron 500 millones de euros en el traslado). 

Todo esto lo comprendo (menos lo de los despilfarres, claro está), pero aún así me pone mal el pensar que, durante estos meses del verano, debo desistir de la idea de ir con mis hijos a una biblioteca por la tarde y zambullirme al menos por un rato, a solas o con ellos, en esos otros mundos a dónde sólo los libros nos pueden llevar... En fin...  Al parecer el verano no es muy amigo de la cultura. Al menos así lo veo yo... Snif!!!  
 

Tranquilidad interrumpida. Cuento.

    La tranquilidad interrumpida Era el último sábado de marzo, por la tarde, cuando sonó, tímidamente, el timbre de su apartamento...