Henos aquí de nuevo ante una gran disyuntiva... ¿a quién debemos elegir como presidente?
Oh... Oh.... He lanzado la pregunta incorrecta y ahora empiezan a caer rayos y centellas desde todos los cuatro puntos cardinales. Arengas de todo tipo, atacando al candidato que menos le gusta, frases punzantes emanadas del miedo o del odio o de ambos sentimientos, pero ninguna razón de peso que valide a una persona y a un programa de gobierno. Claro, puede haber excepciones.
El momento que vivimos como nación es realmente difícil, quizá, me atrevo a decir, el más tenso que hayamos vivido en la historia reciente, lleno -como se ha vuelto ya costumbre- de verdades a medias y mentiras duplicadas.
Nadie puede asegurar, con certeza absoluta, que algo de lo que dicen -ni unos, ni otros- sea verdad. Cada noticia que sale debe cogerse con pinzas y preguntarse cuál es la intención de quien la escribe. Es más, ya no sabemos quién es el verdadero enemigo. ¿Seremos nosotros los enemigos de nosotros mismos? El pueblo contra el pueblo, por culpa de unos personajes que dicen querer "salvar" al país.
Unos dicen que quieren salvarnos de la corrupción, del continuismo y de las garras de una derecha sin derechos, y del otro lado dicen que nos quieren salvar del comunismo, de la expropiación y de la falta de libertades... Los únicos argumentos: la mentira y el miedo.
¿Pero alguno de los actuales candidatos ha dicho algo realmente sensato sobre los problemas más apremiantes del país y las soluciones razonables a corto, mediano y largo plazo de los mismos? Realmente no. Al menos no que yo sepa. Aunque, la verdad sea dicha, el señor Gustavo Petro es el único que ha puesto temas calientes sobre la mesa, a su estilo, pero los ha puesto y eso tiene su mérito.
En cualquier caso, todos, sin excepción, se han dedicado, como siempre, en mayor o menor medida, a atacarse mutuamente. Y, no exagero, si digo que atacar a Petro o, en su defecto, a Uribe se ha vuelto un deporte nacional. ¿Y el proyecto de país, dónde queda?
Tampoco podemos decir con certeza que el tiempo nos dirá cuál era la verdad, porque, en este país y en el mundo, desde hace más de una centuria hay gente especializada en esconderla... Algunos se esfuerzan por sacarla a la luz, pero, por lo general, a esos los matan.
Tengo una tarea pendiente: investigar a fondo a cada candidato, incluso a los menos opcionados. Y, por supuesto, una tarea aún más importante, desde mi perspectiva, rezar con fe (soy católico y no me da pena decirlo) por que vengan tiempos de paz y de concordia, para los de la derecha, los de la izquierda, los del centro y los indiferentes.