8 de noviembre de 2017

No quiero más progresos...

Puede sonar como una locura en estos tiempos, pero yo lo siento así. No quiero más progresos científicos, ni tecnológicos, en especial de estos últimos; le han hecho más daño que beneficio a la humanidad. Sin querer ser demasiado radical, admito que seguramente hay varios aspectos en los que la ciencia si debe seguir avanzando o quizá -en cierto sentido- retrocediendo. ¿Qué quiero decir? La ciencia debería ayudarnos hoy por hoy no tanto a encontrar soluciones "modernas" a los cientos de problemas "modernos", sino más bien debería contribuir a que los seres humanos podamos vivir de manera más sencilla, más simple. Dice un adagio popular de nuesto tiempo que "menos es más". Y cuan cierto es!  

Los hombres y las mujeres de hoy, en un alto porcentaje, anhelan tener más, siempre más, pero en últimas se olvidan de vivir, y se convierten en personas infelices. Vivimos en una falacia y no nos hemos dado cuenta (o no queremos darnos cuenta); o como diría Chomsky, vivimos alienados y "estupidisados" por los medios de comunicación y por los gobiernos de turno. Creemos ser felices, pero en realidad no lo somos. Sobreabundan las ataduras sutíles, hasta tal punto que -con frecuencia- nos convertimos, casi sin darnos cuenta, en esclavos de nuestros caprichos y de nuestros impulsos.

La humanidad necesita parar en seco y preguntarse: ¿realmente para dónde vamos? Los noticieros siguen informando de catástrofes naturales por doquier, de guerras absurdas aquí y allá, de terrorismo y corrupción, pero pareciera que nada de eso nos impulsa a cambiar el rumbo de la historia. Estamos tan metidos en nuestro pequeño mundo consumista que creemos que esas cosas son "naturales" y que igual sólo les suceden a otros... Es más a veces actuamos como si todas esas tragedias humanas fueran sólo una película que nos pasan por la tele y nada más.

Necesitamos despertar de este letargo. El progreso es una falacia que está acabando con nuestro mundo físico y con nuestro mundo interior. Si no aprendemos pronto a rescatar el segundo, muy difícilmente lograremos salvar el primero. Necesitamos, con urgencia, cambiar -como sociedad- nuestra perspectiva de la vida y tomar conciencia de que el futuro es hoy, ya no es mañana, es hoy. Las actitudes tenemos que cambiarlas ahora, y no dejar esa tarea para cualquier día que no sabemos si llegará. La tierra tenemos que cuidarla y salvarla hoy, mañana puede ser demasiado tarde.

Lo que si podríamos dejar para mañana son las innovaciones tecnológicas, la sed de progreso, de comodidad, de riquezas materiales. Y para hoy, asumamos lo urgente, esto es, repensar el futuro que la humanidad realmente necesita. Y en ese ejercicio, lo verdaderamente importante es contestar, al menos, cinco preguntas: ¿para dónde vamos?, ¿de qué sirve tanto "progreso" en realidad?, ¿nos autodestruiremos irremediablemente?, ¿qué podemos y debemos hacer para cambiar la historia?, ¿es posible construir un mundo mejor?

Y además de contestar(nos) estos interrogantes, tambien es necesario que nos detengamos, bajar la velocidad de nuestras vidas (especialmente en las grandes ciudades), y dejar de pensar tanto sólo en nuestros problemas y enfocar nuestras energías en luchar por el bien común. ¿Quién se apunta a esta aventura?

De verdad, anhelo una humanidad libre del progreso...  ¿Y tú?

Tranquilidad interrumpida. Cuento.

    La tranquilidad interrumpida Era el último sábado de marzo, por la tarde, cuando sonó, tímidamente, el timbre de su apartamento...