18 de enero de 2012

Una breve reflexión

Estoy envuelto en la vorágine de una producción "intelectual" o quizá sea más propio decir "académica" que en cualquier caso suena pretensioso, pero ahora mismo no encuentro otra palabra. Lo cierto es que, últimamente, me siento absorbido por las ideas, como si ellas me subyugasen. En buena parte, a ello contribuye la presión del tiempo que pesa sobre mis espaldas y que corre demasiado rápido tanto para mís pretensiones como para para mis necesidades... Ahora mismo (y esto me ocurre ya con mucha frecuencia) quisiera poder arrancar con el cúmulo de ideas que me han dado vueltas toda la tarde y parte de la noche y volar con mis dedos hasta romper la velocidad del sonido (el de las teclas de mi computador) y, en un isntante mágico dejarlas vertidas sobre el papel (o quizá debería decir mejor en el disco duro) y poder decir finalmente: he terminado!!!!! Quizá sería mejor un sistema telepático de escritura instantánea que pusiera sobre el papel en blanco todas las ideas que van surgiendo y que, a primera vista, tienen pinta de "buenas" y "pertinentes"... Aunque es probable que, si dejara de pensar tanto, al retomar el trabajo, podría escribir en pocas líneas lo que realmente vale la pena. Quizá, no lo sé. 

En cualquier caso, el núcleo de la cuestión es que, ahora mismo, la meta está aún lejos y el último punto tendrá que seguir esperando hasta cuando pueda cerrar uno a uno los seis (o siete) capítulos de mi tesís, más la introducción y las conclusiones... Y claro la dichosa revisión final. El punto es que cada tanto me enfrentó a la realidad de ver que nunca he podido cumplir con los plazos intermedios que me he propuesto o que me han exigido, y aún así sigo obstinado en no darme tregua, trabajando sin descanso con la ilusión de quebrar finalmente los vaticiones según los cuales es imposible cerrar esta tesis en más o menos 6 meses, que es el tiempo que me queda para cumplir con un sueño compartido... Me mueve sólo el tesón (o quizá la terquedad), el deseo de cumplir el objetivo, el no querer dejar las cosas a medio camino, la ilusión de que un día veré los frutos de todo este esfuerzo que a veces logra robarme la paz, además del sueño, y también, porque no decirlo, la sutil vanidad de que un día, en algunos años, mis hijos puedan estar orgullosos de su padre...

Pero qué cosas digo!!! ¿Mi hija con Síndrome de Down, orgullosa de su padre porque fue capaz de terminar una tesis doctoral? ¿Y mi hijo que ha sufrido el estres y el mal humor de su padre que sale a flote por lo menos cada tercer día y a veces con más frecuencia? He dicho muchas veces que el doctorado es (o debería ser) algo secundario, pero ahora mismo no parece que así fuera. En fin... es una encrucijada de tiempos, espacios, deseos, sueños y necesidades... En cualquier caso, no quiero perder la paz, ni perder aquello que es fundamental en mi vida, pero tampoco quiero dejarme abatir por los obstáculos.

Por ahora yo sigo avanzando, sin saber a ciencia cierta lo que me encontraré al otro lado de este tortuoso e intrigante camino, que ha tenido sus luces y sus sombras... Sí, ha habido luces, hay que decirlo; a lo largo de este tiempo he vivido algunas experiencias que me han marcado para siempre (y no propiamente relacionadas con la tesis, no, para nada) y he podido conocer gente estupenda y compartir con ellos y ellas momentos muy gratos e inolvidables.

Una cosa si es segura, suceda lo que suceda, cuando todo esto termine, sin duda ya no seré el mismo que era cuando comencé esta aventura...  Creo, que de hecho, ya no soy el mismo. 

Tranquilidad interrumpida. Cuento.

    La tranquilidad interrumpida Era el último sábado de marzo, por la tarde, cuando sonó, tímidamente, el timbre de su apartamento...