Nada dura para siempre. De hecho, un día, no sabemos cuál, nos
arrebatarán la vida y no seremos más parte de este mundo. No importa lo
que hagamos, tarde o temprana el útlimo día llegará.
Pero lo mismo aplica para los momentos más difíciles de la vida. En esos
donde nada parece tener sentido y en los que creemos que todo se
derrumba. Esos días también pasan. Pueden durar mucho tiempo, pero -si
no perdemos la esperanza, si logramos mantener la fe- finalmente los
días oscuros también pasan y abren espacio a una nueva luz. Depende de
nosotros perseverar y mantener viva la esperanza.
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