Dedicado, con profundo y sincero afecto
a los que siguen aguardando con amor y esperanza.
Ya no están.
Se han ido. Sin despedirse.
Alguien, no sabemos quién,
segó sus vidas.
No supimos las razones.
Alguien, no sabemos quién,
Se abrogó el derecho
de callar sus voces.
Silencio.
Estremecedor silencio.
Incomprensible, inconmensurable.
Nadie sabe nada.
Solo esta el espacio vacío
a la espera de sus pasos,
su sonrisa, su dolor,
sus historias, sus sueños.
Mas solo entra la nada,
y ocupa el espacio infinito de la pena,
vuelan una y otra vez los recuerdos,
y la desesperación.
El padre, el hijo, el esposo.
La madre, la hija. la esposa.
Alguien, no sabemos quién,
mucho menos el por qué...
Decidió, por razones oscuras, salvajes, despiadadas;
incomprensibles para el que ama y espera;
callar su voz, sus ojos, sus corazones.
Silencio,
Estremecedor silencio.
El amor vuelve entre lágrimas a gritar.
Mas no hay eco, nadie responde.
No hay cuerpo, ni aliento, ni una palabra.
¿Qué vieron o escucharon en su último minuto?
¿Cuál sería su última oración, su último deseo?
Silencio.
La verdad inadmisible es: se han ido.
Mas ¿Cómo aceptarla?
¿Con qué derecho nos arrebataron el futuro?
Silencio, más silencio.
Esperamos, más allá de toda lógica,
que sus pasos vuelvan a pisar la casa.
Silencio...
Una daga profunda nos sacude cada día.
Habrá otras plazas de mayo,
exigiendo la verdad.
Mas, tantas veces, solo encontraremos
el silencio y el llanto compartido.
Y, finalmente, finalmente,
si en este mundo, la luz no brilla para ellos,
ni para los que anhelan su regreso,
solo queda esperar, desgarradamente,
que el cielo un día nos abra las puertas,
y allí, solo allí, por fin abrazarlos.
Jaime Borda V.
10 de agosto de 2023
&&&&&
No hay comentarios:
Publicar un comentario