Estar en contacto con la naturaleza nos permite vernos mejor por dentro.
Salir y explorar parajes desconocidos nos devuelve a la simplicidad.
Las cosas bellas, de verdad bellas, están lejos del ruido, de las calles, de las grandes urbes.
El campo, las montañas, los lagos y los pueblos pequeños son los mejores lugares para descansar el cuerpo y el alma.
¿De qué vale seguir corriendo por tener y tener, si nuestro ser se va muriendo?
Volver a lo simple, es algo que todos necesitamos con urgencia.
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