En la parte final del libro de “El
Hobbit”, del famoso escritor J. R. R. Tolkien, el formidable mago Gandalf, le
dice a Bilbo Bolsón, sin duda, el principal protagonista de la historia, estas
sabias palabras:
“No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron
producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran
persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia ¡eres sólo
un simple individuo en un mundo enorme!”
Sí, es una frase muy bien lograda
para cerrar, con broche de oro, la gran historia con la que Tolkien logra
cautivar nuestra atención. Después de todas las aventuras, todas las hazañas y todos
los logros que Bilbo Bolsón vivió para rescatar el tesoro y reconquistar la
Gran Montaña, ciertamente podría creerse un ser importante por su indudable contribución
a la causa; su intervención en los increíbles hechos acaecidos en aquellas
tierras, y por los cambios que todo ello significó para los enanos y, en
general, para toda la gente de ese mundo increíble, bien podría llevarlo a
creer que él era todo un personaje. Y no obstante todo, Gandalf le dice lo que
le dice; una idea que bien podría resumirse en cinco palabras: “no te creas tan
importante”… Un pensamiento que nos viene bien repetírnoslo cada tanto, cuando,
por x o y circunstancia tendemos a creernos que somos el “ombligo del mundo”.
Digamos que somos importantes,
pero no tanto, y en cualquier caso con frecuencia somos menos importantes de lo que creemos… Quizá con excepción de
algunos reconocidos personajes; pero tampoco ellos, o ellas, deberían creerse
tan importantes…
Y si, por casualidad, a alguien, mientras lee estas líneas, se le ha ocurrido la pregunta: ¿qué es mejor, el libro o la película? ¿Qué puedo decir? El libro es estupendo, aunque ciertamente no es para todo el mundo (¿hay algún libro que lo sea?); en cualquier caso, Tolkien es Tolkien, no por nada se ha ganado el lugar que tiene en el mundo de las letras. Y las dos películas que hasta ahora han hecho son magníficas (al menos para mí, y ni que decir para mi hijo); sin duda son una versión muy bien lograda de todo lo que la increíble imaginación de Tolkien plasmó en su libro. Yo los invito a disfrutar el libro y a gozar la película, o viceversa…