10 de enero de 2022

Que el olvido no me alcance demasiado pronto

 "El olvido que seremos"

Héctor Abad Faciolince

Un libro que todo colombiano debería leer.


Rara vez cuando termino de leer un libro le doy la vuelta y me quedo mirando la portada. Menos usual es que lo deje sobre mi escritorio por varios días. Esto justo me ha pasado con este libro, "El olvido que seremos", del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, un libro autobiográfico centrado en la figura de su padre, Héctor Abad Gómez. 

Al terminar de leerlo no quería soltarlo, no quería dejarme arrastrar por el olvido. He tenido la posibilidad de leer muchos libros, sin querer decir con ello que sea el más ávido de los lectores, ni mucho menos. No, estoy muy lejos de serlo, pero, para el infortunado promedio que tenemos en Colombia, pues lo cierto es que estoy bastante por encima de la media. No obstante, nunca había hecho algo así, es decir, leer las últimas líneas, buscando algo de esperanza, de consuelo o alguna explicación plausible, llegar al punto final, y luego voltear el libro para quedarme un buen rato mirando la portada, tratando de entender el dolor de quien lo escribió y el de su familia, pero no es posible.   

El olvido que seremos tiene el poder de contener entre sus líneas llenas de anécdotas y de reflexiones, todos los sentimientos posibles: la alegría, el dolor, la rabia y el asco, el miedo, la incertidumbre. Y dentro de una misma historia llena de emociones contradictorias, quizá con apenas unas líneas de distancia, nos hace viajar entre carcajadas, lágrimas, sonrisas, actos de caridad concreta, injusticias, verdades crudas y amargas, calumnias, injurias sin sentido, diversas formas de ver y vivir la existencia... 

En fin, este libro es la historia de una vida, la vida de un gran hombre, un gran esposo, un gran padre, un inigualable ser humano, con sed de verdad y de justicia, que pasó por esta tierra con un deseo enorme de hacer el bien y que por eso mismo, un nefasto día del año 1987, unos sicarios le cegaron la vida (¿por cuántos pesos?)  contratados por uno o varios dementes, de esos que ostentan el poder (económico y/o político) en nuestro país. Al día de hoy poco o casi nada se sabe sobre quién lo mandó matar.  

Para mí, Héctor Abad Gómez, es más que un nombre de una larga lista de mártires de nuestra patria, es un símbolo que representa lo que estamos llamados a ser como ciudadanos y por lo mismo es un nombre y una vida que no puede caer en el olvido. De la misma manera que los libros de historia y la cultura popular han logrado perpetuar a personajes como Antonio Nariño, Francisco de Paula Santander, Simón Bolívar o Policarpa Salavarrieta, tendríamos que crear un libro, un museo y un monumento con los nombres y las historias de los cientos y cientos de compatriotas que han muerto a causa de la violencia, y muy especialmente de aquellos que han muerto por decir la verdad y por buscar la justicia, como, por ejemplo, Guillermo Cano, Guillermo Gaviria Correa, Álvaro Gómez Hurtado y Luis Carlos Galán, por citar apenas cuatro ejemplos de algunas figuras emblemáticas... 

Infortunadamente la lista es enorme, pero no por ello podemos dejar todos esos nombres a la suerte del olvido. Debo admitir que la memoria no alcanza para tanto, ni un corazón medianamente compasivo lograría custodiar tanto dolor. Pero todas esas vidas merecen un recuerdo más allá del que sus propias familias puedan alargar en el tiempo. 

Como quiera que sea, los libros tienen el poder de sobresaltar los límites del calendario y algunos perpetuar una vida o varias vidas más allá de una o varias generaciones; eso es justamente lo que logra este libro de Héctor Abad Faciolince, en el que nos cuenta la historia de un hombre entrañable, su padre, y a través de esa vida, nos cuenta también la dolorosa historia de Colombia, la misma que nos sigue marcando hoy y de cuyo influjo perverso aún no logramos salir. Las causas y las consecuencias de ello aún están por descubrirse; algo sabemos, sin  duda, pero no todo, ciertamente. 

Por ahora, mientras nos llega a cada quien el día de despedirnos de este mundo, hagamos todo lo posible para que el olvido no nos alcance, que la violencia y la injusticia no nos roben la esperanza, y vivamos cada día, hasta donde sea posible, como si fuera la última oportunidad que tenemos para vivir en paz, para sembrar la concordia

Yo creo que leer si puede hacernos mejores personas... claro que eso depende de cada quien.   


In Memoriam.

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