27 de junio de 2018

La vida, un regalo maravilloso

Una vez más, Dios me ha permitido celebrar un nuevo día de cumpleaños (el pasado 19 de mayo). En esta ocasión he celebrado mis primeras 51 primaveras... Sí, ya 51 años y todavía no parece que haya vivido tanto. En materia de años, ya es un número respetable, significa que he vivido algo más de medio siglo. Pero aún me queda mucho por hacer, por aprender, por vivir.

¿Ha valido la pena? Sin duda que sí... no obstante todos los dolores vividos y todos los fracasos  afrontados, ha valido la pena. Sí, no cabe duda de que ha valido la pena. La vida es un milagro.

He conocido gente maravillosa en varios lugares del mundo; he logrado muchas cosas que otros, a mi edad, no han ni siquiera soñado; hago parte de dos grandes familias, la de mi padre y la de mi madre, que me han heredado la sabiduría y el amor de todas las generaciones que me precedieron; he aprendido lo más fundamental que uno puede aprender en este mundo: al final, lo único que queda es cuánto has amado y hasta que punto tu vida ha impactado la de otros; y por si fuera poco tengo una familia hermosa, una esposa que me quiere y tres hijos maravillosos que son a la vez un don y un bálsamo, fuente de dolores y fuente de muchas alegrías.

¿Me arrepiento de algo? Sería demasiado pretencioso de mi parte decir que no. En honor a la verdad, si hay algunas cosas de las que me arrepiento. Hay ciertos hechos que desearía no hicieran parte de mi historia, pero ya no es hora de darse golpes de pecho, es necesario saber mirar con optimismo hacia adelante. He causado muchas heridas, aquí y allá, en especial a las personas que más me han querido. Ojalá no fuera así, ojalá pudiera decir que siempre soy motivo de alegría, pero no, debo asumirlo, no siempre lo soy. He tenido muchos malos días... pero de todo eso también he aprendido y me ha servido para reflexionar y para crecer como persona.

¿Qué ha sido lo mejor hasta ahora? Estar enamorado, siempre será lo mejor. Mi viaje a Estados Unidos. Mi estadía en Suiza, en la ciudadela del Movimiento de los Focolares, una experiencia que me marcó para siempre. El día de mi matrimonio. El nacimiento de cada uno de mis hijos... Los bellos días compartidos junto a Mónica Montes. Nuestros años en España, que me dejaron una marca indeleble en el corazón. Y sobre todo, aprender que el amor se renueva cada día. Cada vez que puedo hacer algo bueno por alguien, sin importar quien sea, eso me llena el alma.

¿Y ahora que sigue? Desatar las cadenas que aún no me dejan ser plenamente feliz. Seguir viviendo con pasión cada día de la vida... Seguir aprendiendo, seguir creciendo como hombre, como esposo, como padre, como Voluntario de Dios...

La Vida es Bella... y aunque muchas veces no parezca, creo que hemos venido a este mundo a ser felices y a procurar la felicidad de otros. 

 

Enigmas sin fondo

 Hay días en que no logramos entendernos a nosotros mismos.  - Te noto taciturno amigo, más que de costumbre. - Tengo herida el alma, y hoy ...