22 de diciembre de 2023

Extraviados

Estamos perdidos

en el laberinto de nuestros pensamientos.

Todo es difuso.

El cielo azul es gris.


Nos abruma la angustia de lo incierto, 

del ayer mal vivido, y sus consecuencias.


La bondad y la ternura,

la alegría inocente,

han huido en estampida,

dejando el corazón vacío. 


Decisiones equivocadas 

traen bruma y desconcierto, y

una lucha interna entre el sí y el no. 


Buscamos la felicidad

en paisajes efímeros

en instantes sin huella

en abrazos vacíos. 


Jaime Borda V.

22-dic-2023


13 de diciembre de 2023

Necesito tiempo (micro cuento)


* Solo quiero tener tiempo
- ¿Para qué?
* Bueno, para disfrutarlo, para no pensar, para desconectarme
- En ese caso lo que necesitas no es tiempo, es voluntad y coraje para cortar con todo lo que te ata y darte la oportunidad de no hacer nada, o simplemente salir a caminar, sin rumbo fijo.
* Estas loco... caminar sin rumbo fijo. (Soltó una carcajada de liberación)
- No, no, tú estás loco o, peor aún, no entiendes que estás subyugado por tus pensamientos y por las circunstancias.
Silencio
* Caramba. Caramba. Quizá tengas razón.
- Por supuesto que tengo razón.

El sol se ocultó una vez más, dejando tras de si una estela de colores pálidos. El día se había ido y él, como otros muchos, seguía naufragando entre divagaciones incongruentes, sin apenas darse cuenta de lo que está pasando. 

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9 de diciembre de 2023

Nos han subyugado

 ¿Subyugados?


Vacío
Nada
La carrera nos absorbe El desenfreno nos enajena Las pantallas nos roban el tiempo

Vacío

Nada

Ya no hay tiempo

ni para perderse,

ni para encontrarse .


Vacío

Nada

El alma está en silencio

El espíritu ya no habla

La mente está perdida


Vacío

Nada

Desde algunas ventanas

ni siquiera el cielo asoma

y la calle apagó las estrellas.


Necesitamos volver al principio

A la esencia y al sentido

A caminar despacio

A disfrutar de la sombra de un árbol

De un paisaje real, sin wifi



Jaime Borda V. (9-dic-2023, 14:40)


2 de noviembre de 2023

Sin remedio


Sin remedio 


Estamos perdidos,

nos han robado la racionalidad,

y el pensamiento,

la capacidad de preguntar y de dudar.

Creemos todas las mentiras,

nos seducen el dinero, las viandas y el poder;

nos embriagamos con pasajeras ilusiones.


El brillo del mundo es una falacia,

pero su luz enceguece, adormece y 

casi aniquila las conexiones neuronales. 


Los caudillos endulzan los oídos 

del pueblo adormecido. 

Las promesas vanas se abren paso

entre el fango de la ignorancia; 

y obnubiladas por ellas

las gentes aplauden felices a sus farsantes,

esos mismos que hoy les dan un plato

para quedarse mañana con toda la cosecha. 

 

El fatuo poder que da una cierta posición,

encandila aún a los más titulados. 

Y el dinero fácil que el poderoso ofrece,

entorpece todavía más al ignorante. 

De nada sirve una democracia  

enjaulada entre mentiras y 

maquiavélicas complejidades.


¿Lograremos un día al monstruo vencer?

¿Cómo haremos para que la vela se vuelva faro? 

¿Cómo despertaremos las consciencias dormidas?

¿Cómo instalaremos el reinado de la moral y la ética?

¿Y el reinado del Amor? 


Esta patria necesita de otro pueblo.  


Por: Jaime Borda V.  (Dono)


14 de octubre de 2023

La necesidad de adquirir conciencia política

 


Estamos ya a pocos días de celebrar en Colombia las elecciones territoriales en las que el pueblo, libre y soberano, habrá de elegir democráticamente a los nuevos representantes a alcaldías, concejos municipales, gobernaciones y asambleas departamentales que dirigirán, para bien o para mal, los destinos de los territorios que componen la variopinta y maravillosa geografía colombiana.

Por lo tanto, estamos ante una nueva oportunidad para renovar a la clase política. Sabemos que nuestro sistema democrático es imperfecto, pero al menos aún tenemos democracia. Sin embargo, el panorama no es halagador, entre otros motivos por la corrupción y la violencia que se ensañan contra la población civil de esta sufrida y confusa nación latinoamericana.

El problema de la corrupción es profundo y complejo. Hace parte de la cultura y por eso mismo es más difícil de erradicar. Se ha normalizado a tal punto que a muchos ya ni les importa, o simplemente prefieren bajar los brazos y hacerse los de la vista gorda. El poder del dinero para compararlo “todo”, incluyendo las conciencias, es aplastante.

Pero la corrupción en si misma no es el problema mayor, sino las consecuencias de su ejercicio cotidiano; y una de las más graves es todo lo que genera en el ámbito de la política y que se pone de manifiesto en las épocas electorales como la que estamos viviendo ahora. Es común oír hablar de las “maquinarias”, como algo “normal”. Esas maquinarias que hacen que los corruptos, que los mismos de siempre, se perpetúen en el poder de una u otra manera, es decir, directamente o por medio de terceros. Y, por alguna razón inexplicable, muchas personas siguen creyendo que esa es la mejor o la única manera de ejercer el poder en nuestro país. Esta creencia, junto con las maquinarias, permite que hoy muchos políticos con denuncias por corrupción estén participando en la contienda electoral y que además tengan muchas posibilidades de ganar, según dicen las encuestas.

Clara muestra de ello son: el señor Jorge Rey en Cundinamarca y el señor Alejandro Char en Barranquilla, solo por nombrar dos casos bien reconocidos a nivel nacional. Es de público conocimiento que estos personajes han logrado llegar a donde están gracias a sus maquinarias políticas y a que han comprado a muchas personas con su dinero, o han pagado comisiones en ocasiones anteriores, y/o prometen pagarlas, a costa del erario público. Y, no obstante, a pesar de tener conocimiento sobre estos hechos, hay personas que se dejan llevar por la corriente y terminan votando por cualquier candidato mercachifle, sin hacer mayores reflexiones sobre las consecuencias presentes y futuras de su decisión inconsciente (o quizá, sea consciente y no les importe).

Ciertamente, no es fácil terminar con este flagelo, aunque muchos lo anhelan y un buen número de candidatos lo prometen como parte de sus campañas. Conociendo la historia y teniendo claridad sobre el hecho innegable que se trata de un aspecto cultural, ya sabemos que en tres o cuatro años el problema no se soluciona. Por supuesto, es necesario apuntar a erradicarlo y trabajar desde ahora por conseguir este noble propósito, pero teniendo presente que la tarea no es sencilla.   

¿Pero habrá una fórmula efectiva para acabar con la corrupción en Colombia? La respuesta es más bien sencilla: sí, mediante una buena educación que además de enfatizar en los valores (como la honestidad, la justicia, el respeto, la fraternidad y la responsabilidad), promueva el sentido de una ciudadanía activa y una democracia relacional participativa. En este sentido, el sistema educativo en general y las instituciones que imparten educación en cualquier nivel, en particular, han de inculcar el sentido de la corresponsabilidad ciudadana, así como el concepto y la praxis de la co-gobernanza. De otra parte, quiero señalar que la norma que obliga a los colegios a elegir consejos estudiantiles no ha incidido suficientemente en el sentido de democracia, y esto se corrobora por el hecho de que muchos jóvenes siguen viendo la política y la democracia en sí misma como algo lejano, que no tiene que ver con ellos. Prueba de esto es el absentismo en las elecciones y el hecho vergonzoso de que en muchas regiones sigan reinando, con casi total impunidad, las viejas castas políticas que han llevado a la nación al estado en el que se encuentra.

La democracia relacional participativa implica que los ciudadanos no se limitan a ejercer el derecho al voto, sino que lo hacen de manera consciente y responsable, y que, además, se involucran en las decisiones políticas, haciendo veeduría ciudadana o participando en las asambleas departamentales y/o en los concejos municipales, al menos de vez en cuando. No podemos seguir siendo indiferentes ante las malas decisiones o a ante las actuaciones nada éticas de quienes nos gobiernan. De otro lado, como su nombre lo indica, este concepto de democracia implica tener en cuenta al otro, le da un valor e invita a relacionarse y a dialogar con otros, independientemente de su postura política. La democracia no es perfecta, pero es perfectible y ofrece mecanismos de participación que deben aprovecharse más y mejor.

Cambiar la cultura de la corrupción no es una tarea sencilla, ni se logra con paños de agua tibia; tampoco hay baritas mágicas para borrarla del panorama nacional. Necesitamos un cambio radical de actitud y eso solo se logrará en la medida en que los adultos nos hagamos más conscientes y responsables, y en la medida que se configure un sistema educativo que promueva el pensamiento crítico, la creatividad (necesaria para imaginar y construir un mundo diferente) y el sentido de corresponsabilidad. Hay otras habilidades que la escuela debe inculcar, ciertamente, pero por ahora, quiero resaltar solo estas tres. Que continúe el debate.   

 

Jaime Borda Valderrama

14 de octubre de 2023 



28 de agosto de 2023

Sin tiempo, sin tierra

 Nueva versión 



Sin tiempo, sin tierra

Para el río ya no hay tiempo

Ni para la flor,

Ni para la pradera inmensa,

Ni para el corcel, ni para el delfín

Ni siquiera para la oruga,

Ella también siente la destrucción cotidiana

Y aunque llegue a volar,

Ni el aire que la elevará,

ni la hoja que la sostendrá,

son lo que solían ser.

Para la naturaleza entera no hay tiempo,

El reloj angustiado,

hacia el punto cero, marca los segundos.

Podríamos salvarla, aquí y ahora,

Pero más fácil es seguir caminando

En la misma absurda dirección,

Que afrontar la avasalladora realidad.

¿Acaso son mentira las sequias, las lluvias torrenciales?

El reloj sigue su marcha, con un grito ahogado,

Pero constante,

cada hora, cada minuto, cada segundo.

La madre tierra, la pacha mama,

lo sabe, lo siente, lo sufre y llora.

A los hombres se nos acaba el tiempo,

A ti y a mí, se nos acaba el tiempo;

lo sabemos, pero no lo asumimos.

Agua, aire, todos los verdes,

El suelo fértil, el que aún queda,

Bosques, desiertos, ríos, mares,

Selva, llano, y páramo.    

No saben, o quizá sí,

Y lo sienten, seguro que sí;

Nos están gritando que el tiempo se agota.

Tú y yo lo sabemos, ¿y?

28/agosto/2023

 Jaime Borda Valderrama (Donoval)

10 de agosto de 2023

Los desaparecidos

Dedicado, con profundo y sincero afecto

a los que siguen aguardando con amor y esperanza.


Ya no están. 

Se han ido. Sin despedirse.

Alguien, no sabemos quién,

segó sus vidas.

No supimos las razones.

Alguien, no sabemos quién,

Se abrogó el derecho

de callar sus voces.


Silencio.

Estremecedor silencio.

Incomprensible, inconmensurable.

Nadie sabe nada.

Solo esta el espacio vacío

a la espera de sus pasos,

su sonrisa, su dolor,

sus historias, sus sueños.

Mas solo entra la nada,

y ocupa el espacio infinito de la pena,

vuelan una y otra vez los recuerdos,

y la desesperación.


El padre, el hijo, el esposo.

La madre, la hija. la esposa.

Alguien, no sabemos quién,

mucho menos el por qué...

Decidió, por razones oscuras, salvajes, despiadadas;

incomprensibles para el que ama y espera;

callar su voz, sus ojos, sus corazones.


Silencio,

Estremecedor silencio.

El amor vuelve entre lágrimas a gritar.

Mas no hay eco, nadie responde.

No hay cuerpo, ni aliento, ni una palabra.

¿Qué vieron o escucharon en su último minuto?

¿Cuál sería su última oración, su último deseo?

Silencio.

  

La verdad inadmisible es: se han ido.

Mas ¿Cómo aceptarla?  

¿Con qué derecho nos arrebataron el futuro?

Silencio, más silencio.

Esperamos, más allá de toda lógica,

 que sus pasos vuelvan a pisar la casa.

Silencio... 

Una daga profunda nos sacude cada día.


Habrá otras plazas de mayo, 

exigiendo la verdad.

Mas, tantas veces, solo encontraremos 

el silencio y el llanto compartido.

Y, finalmente, finalmente,

si en este mundo, la luz no brilla para ellos,

ni para los que anhelan su regreso,

solo queda esperar, desgarradamente,

que el cielo un día nos abra las puertas,

y allí, solo allí, por fin abrazarlos.

Jaime Borda V. 
10 de agosto de 2023

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10 de mayo de 2023

¿Me podrías decir quién es ella?

Cuento para una tarde cualquiera  #3

Era una fría mañana de noviembre cuando la vi por primera vez. Poseía una gracia y una belleza cautivantes, una belleza que tenía raíces profundas en su propia manera de ser y de estar en la vida. Me quedé mirándola, no sabría decir por cuanto tiempo, quizá fueron sólo unos segundos, pero fue lo suficiente para que su imagen se grabara en mi memoria y para que ella se percatara de mi presencia. No esquivó mi mirada, como suelen hacer las mujeres bellas que se sienten observadas. No, ella se quedó mirándome e incluso alcanzó a esbozar una sonrisa. Luego, pasó el bus que la llevaría a su destino. Por mi parte, yo debía ir a una papelería, pero, en cambio me quedé allí de pie, como queriendo detener el tiempo y atrapar ese instante para siempre. Casi como un sonámbulo, imaginándola a ella en las más variadas poses fotográficas, deje que mis pies me llevaran hacia una cafetería. Entré, sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Salí en algún momento de mi extraña lejanía y camine hacia el mostrador. Saludé sin saludar a la niña que atendía y pedí un croissant con queso y un capuchino y busqué una mesa donde seguir perdido entre mis pensamientos. No podía quitarme de la cabeza esos ojos color miel. Ella era como una aparición, como un ángel de carne y hueso, sin alas, de mirada serena y un silencio hecho de coloquios profundos y eternos.

Volví caminando despacio hacia mi apartamento donde me esperaba Mikala, mi gata. Al abrir la puerta, la vi mirando fijamente hacia la entrada. Parecía que estuviera esperando a alguien más. Ni siquiera se inmutó ante mi presencia. Pero luego levantó su cabeza y me miró, como preguntado, ¿no has olvidado algo? Y, claro, caí de la nube en la que estaba y me acordé que había salido a comprar hojas, lápices y lo demás que necesitaba para renovar mis materiales de trabajo y trazar los bocetos de la casa que estaba diseñando por esos días. A pesar de que ahora todo, o casi todo, se diseña por computador, no logro resistirme a la emoción que ocasiona ver sobre un papel las primeras ideas de un nuevo espacio que llevará mi huella, y que luego será el refugio de alguien más. No hay nada igual a dibujar sobre el papel, como a la antigua usanza, y creo que, modestia aparte, el éxito que he tenido desde que resolví independizarme, hace ya cuatro años, está justamente ahí. A las personas les encanta ver un dibujo “natural” de la que será su casa soñada.


Como a eso de las seis de la tarde decidí salir de nuevo a caminar. A diferencia de la mañana que estuvo acariciada por un aire fresco, durante la tarde había hecho algo de calor y eso se sentía en el ambiente. No obstante, salí con mi chaqueta nueva, color marrón. Sabía que la sensación térmica de ese momento cambiaría en menos de una hora o quizá en apenas unos pocos minutos.  Del apartamento de al lado salían gritos de lobo. Una vez más, Jorge le estaba gritando, como un desquiciado, a su mujer, Patricia. Una relación tan absurda. Ella tendría que haber escapado hace tiempos de esa tortura, pero cuando intentaba abordarla, la chica –de unos 30 años quizá– se limitaba a decir que eran problemas de pareja, que él se calmaría y todo volvería a la “normalidad”. ¿Cuál normalidad? Las personas nos acostumbramos extrañamente a vivir en situaciones límite que no dejan más que dolor, angustia, desesperación. Si tuviera más agallas habría ido, timbrado con toda la rabia posible y con gusto le habría pegado un puño contundente en la cara a ese miserable. Pero, obviamente, no lo hice. Ni la imagen vívida de esa escena hipotética, ni el escalofrío que sentí recorriendo mi espalda, detuvieron mis pasos hacia el ascensor.

Poco a poco la temperatura iba cayendo. Aunque era sábado en la tarde, igual la gente iba de prisa y había muchos carros por la calle. En ese momento sentí renacer el deseo de estar en una casa de campo, en compañía de alguien, de alguien especial, sintiéndome libremente atado a unos ojos, a unos brazos, pero sobre todo, a un alma. ¿Pero quién podría ser? Tengo pocas amigas y todas están casadas. Quizá en el fondo le huyo a los compromisos y por eso sueño con una mujer perfecta que no existe.

De la nada, surgió la imagen de la chica, sus ojos y su sonrisa. La voz interior, que todos llevamos dentro, me susurró algo así como: ¡No tienes idea de lo irracional que te ves enamorado de un fantasma! Luego, no sé por qué, recordé a Sandra, mi primera novia. Pero, no sentí nada, ni siquiera un cosquilleo o algo medianamente parecido. Entonces, de nuevo la voz interior me interpeló: ¿realmente hubo amor en esa relación? Por supuesto que sí, me respondí. Vino a mi memoria un momento particular de aquellos días, una reunión con algunos amigos comunes, en la tarde-noche de un sábado, en su apartamento, bueno, el apartamento de sus padres, debería decir. Estaba con ella en la cocina, acompañándola mientras servía algunos pasa bocas. Para ese entonces, llevábamos saliendo como unos 8 meses, más o menos. Yo la miraba con ternura, pero al mismo tiempo estaba pensando en otra persona que había conocido hacia poco. Ella me miró y me preguntó: ¿Alejandro, en qué piensas? Yo me hice el desentendido y le contesté con desgano que no estaba pensando en nada. De nuevo me atravesó con su mirada y me dijo: “no te creo, no sé, algo pasa contigo…” ¿Conmigo? ¿De qué hablas? ¿Ahora tienes poderes psíquicos o algo así? Eso fue como el comienzo del fin. Me costó poco más de un año reponerme de la huella que dejaron las últimas discusiones con ella; un sentido de vacío, de perplejidad, de no saber realmente lo que significaba amar y que en definitiva los amores eternos sólo existen en las películas, o en los libros. En ese entonces tenía apenas 23 años, pero era de los que creía haber ya vivido mucho y tener, supuestamente una comprensión basta de lo que es la vida. ¡Cuánta pretensión!

Después de caminar unas cuantas cuadras, me encontré de pronto en el mismo lugar donde había visto a la chica de los ojos color miel. Nunca me había pasado algo así. En mis ires y venires cotidianos veo tantas mujeres lindas y por lo general no me vuelvo a acordar de ellas nunca más. Lo normal. Me sorprendía tener su rostro vivo en mi mente, además con tanta claridad. Pensé, ¡Qué tontería, ya se me pasará! No sabía, en ese momento, lo que estaba por venir y, ciertamente, siempre es mejor así... Es necesario y benéfico para el alma y para la mente dejar que la vida nos sorprenda, para así poder llenar de recuerdos ciertos espacios vacíos.

Y entonces sucedió. Fui a parar al mismo café donde estuve la mañana de aquel día. Se llama “Café Valenka”. El dueño había vivido en Lituania y en Bielorrusia y al pensionarse decidió abrir un lugar de comidas para recordar esos años inolvidables de su vida. Es un sitio realmente agradable, acogedor y familiar. Pedí un moka y dos empanadas y me senté en una de las tres mesas vacías que aún quedaban. De pronto, se abrió la puerta de la cafetería y allí, como una aparición mágica, entró ella, con su belleza, su misterio y su serenidad y apenas me vio, sonrió y dirigió sus pasos hacia donde yo estaba.

Hola. Eh… hola. ¿Puedo sentarme? -Por supuesto, siéntate… Silencio. -¿No te parece muy extraño que nos volvamos a encontrar, justo hoy? -¿Qué quieres que te diga?, no salgo de mi sorpresa. Es más, hace apenas un momento estaba pensando en ti, pero no se me ocurrió, ni por un segundo, que te volvería a ver. Me parece que estoy en un sueño. ¿Estoy en un sueño? -Ella se rió, con una risa fresca y liberadora. Claro que no, claro que no. Volvió a reír y dijo esa paradójica frase que no olvidaré nunca: “aunque podemos imaginar que sí, que estamos viviendo un sueño”. -Bueno, ¿y cómo te llamas? No me respondió de inmediato, me miró y se quedó pensando, como si dudara en decirme o no su verdadero nombre. -Laura, me llamo Laura. Me pareció que lo pronunciaba como cantando, como si en lugar de decir su nombre más bien estuviera recitando una poesía. -Bueno, ¿Y tú? -Ah, perdón, me llamo Alejandro. Y entonces, dijo otra de sus frases enigmáticas. -Sí, ya me lo parecía, tu pinta va muy bien con ese nombre. Por un instante, por una fracción de segundo, pensé que diría algo más extraño todavía, como “Sí, ya lo sabía”. Recuerdo ese momento y las otras veces que nos vimos y tengo la certeza que ella sabía mi nombre y aún lo sigue susurrando, desde el lugar donde ahora este, enviándome pequeñas oleadas de serenidad.

Oye… Susurré esa corta palabra buscando la complicidad del silencio entre ella y yo. Luego, no sabía qué decir. Era una situación surrealista, no al estilo de Borges, sino al estilo de Lewis o de Tolkien.  Dime Laura, ¿qué haces en este lugar? ¿Vives cerca? - Bueno, sí, más o menos. Pasaba por aquí, tenía ganas de un café y decidí entrar. Quería hablar con alguien y ¡Voilà!, aquí estás. – Me cuesta creerlo. Además, ¿por qué quieres hablar justo conmigo? - Bueno, no te hagas el importante Alejandro. Ha sido solo una coincidencia. - La verdad, no sé, no me lo parece, es más bien como una extraña “diocidencia”… - Ah! Eres creyente, por lo visto. – Algo así. – Eso suena a que no sabes dónde estás parado. Uno cree o no cree. ¿No te parece? – Sí, puede que sí. Quizá no es que tenga una relación muy cercana con… bueno, ya sabes, con Dios. – Ya veo. Todos pasamos por esas etapas en la vida, pero sea que los sientas o no, Él está ahí, contigo. – Tú, ¿realmente crees eso? La mayoría de las veces pienso que Dios está sordo o que se pasea por el universo infinito y sólo de vez en cuando se asoma a ver cómo vamos de mal en peor. – Me da la impresión que realmente lo conoces muy poco. - ¿Y es que acaso, hay alguien que lo conozca bien? – Te aseguro que sí. Pero ese es un tema que merece otro momento y quizá otro espacio. Hablemos de ti, mejor. ¿Qué haces para vivir? ¿Tienes novia o alguien que te haga saltar el corazón?

Como el río claro que surca algún valle poco frecuentado, la conversación fue fluyendo suave y tranquilamente, sin sobresaltos, aunque con una que otra sorpresa para mí. Recuerdo que le confié una buena parte de mi historia. Ella era como una copa vacía, extrañamente expansiva, que esperaba que todo el vino posible le fuera vertido. En esas dos infinitas horas que compartimos, logré conocerme mejor que en los tres años que estuve yendo con Yolanda, una querida psicóloga que un amigo me recomendó en uno de esos momentos críticos de mi vida. Las crisis existenciales hacen parte natural de la trayectoria personal de prácticamente cualquier ser humano. ¿Habrá alguien, mayor de 40 años, que no las haya vivido?  

Estuvimos saliendo por dos meses y tres días. Bueno, no sé si a esos encuentros casuales pueda llamarlos “citas” o “dates”, como dirían los americanos. De hecho, muy pocas personas saben esta historia que he querido escribir más de una vez, pero siempre algo me detiene. Laura no cabe en un papel, ni siquiera en una pantalla de cine. Además, si pudiera contar todos los detalles de lo que me sucedió estando con ella, nadie lo creería, porque pocos, muy pocos en este mundo pueden creer, ni por un instante de luminosidad, que el cielo baje a la tierra y nos susurre al oído lo que el corazón necesita recordar, que estamos de paso, que cada segundo cuenta, que no somos el ombligo del mundo, pero tampoco somos una piedra olvidada en medio de la nada.

De igual manera que hay épocas en que todo fluye, las hay en que todo parece llevarnos a un abismo o mantenernos en medio de un tornado. De igual modo hay momentos, incluso segundos en que la vida da un giro inesperado para bien o para mal. Un accidente grave, la beca que creías que ya no llegaría, un secuestro, una enfermedad… o una simple palabra o un encuentro único e irrepetible. Pensé que después de Laura no habría otra historia que contar. Ciertamente, algo igual, jamás, pero me faltaba conocer a Andrea. Pensé que no era posible encontrar en una misma persona, todo al mismo tiempo y en las proporciones justas, la ternura, la sensatez, la calma, la risa, el humor fino, la bondad y la intrepidez. Yo encontré a esa persona, un año y cuatro días después del primer día en que vi a mi ángel guardián en una parada de auto bus. No es perfecta, claro que no, pero, como dijo elocuentemente Pablo Milanés, “es lo que simplemente soñé”.  Por fortuna, no soy el único que puede decir lo mismo. Algo parecido le pasó a mi amigo Eduardo con Natalia.           

Hoy he vuelto al café del lituano, para recordar. Desde la época de Laura me he vuelto cliente habitual de este café. Alexander, su dueño, me saluda efusivamente cada vez que voy. No es que seamos amigos en realidad, pero siempre me da gusto verlo y al parecer el sentimiento es recíproco. Bueno, cabe aclarar que no es el único sitio al que voy para disipar la mente y recordar que la vida está hecha de instantes y no hay como aquellos pasados con un café y una buena compañía. Andrea piensa igual que yo. A ella no solo la saluda Alexander, sino también varios de los y las clientes habituales del café. No podía ser de otra manera. A veces me dan celos y envidia, pero, poco a poco, estoy aprendiendo a superar estos sentimientos que si los dejo caminar mucho, dentro de mí, finalmente me llevaran a una cueva oscura y laberíntica. Y yo estoy decidido a buscar la luminosidad.

Yo pensaba que el amor y la fortuna era una dupla extraña reservada a un grupo exclusivo de personas. La vida me ha enseñado que no, que esas dos piedras preciosas están diseminadas por el mundo entero a la espera de las almas que son capaces de abrirse a los aprendizajes continuos, a no dar nada por sentado, a luchar diariamente por sus sueños, a creer que lo imposible es posible.  

Jaime Borda Valderrama
10 de mayo de 2023,
tras muchos meses de haberlo dejado abandonado
a su suerte

 


1 de mayo de 2023

La vida, aquí y ahora

La vida es un instante
Es el ahora que se llena
de motivos y emociones,
o se vacía sin sentido.
Es el amor dado sin reservas,
o el egoísmo que se encierra
enceguecido.
Es la frase precisa que
ilumina un rostro en la ventana,
o la palabra mal dicha
que deja herida el alma.
Ese instante es ahora
Sea con lluvia o con sol,
sea en el desierto, en el mar,
o en una dehesa florecida.
Y tengo la potestad de decidir
si vivirlo o dejarlo ir,
llorar, reír, construir, 
abrazar o maldecir.
La vida es este segundo
en el que dejo fluir mi corazón
sin pensar en el ayer
ni en el mañana vacilante,
que igual espero llegue
para llenarlo de sentido.

Jaime Borda Valderrama
1 de mayo de 2023





9 de abril de 2023

"La fraternidad no es negociable"

En el documental titulado "Amén, Francisco responde", hacia el final de la particular entrevista, el Papa Francisco subraya con vehemencia: "La fraternidad no es negociable". Hay otros aspectos de las relaciones humanas que quizá pueden ser "negociables", pero la fraternidad no. Saber amarnos como hermanos es el camino más sencillo para lograr la paz y la armonía en este mundo. Sencillo, pero complejo.   

En realidad, debo aclarar que no es una entrevista, es ante todo un diálogo abierto entre el Papa y diez jóvenes de distintas procedencias y creencias, en su mayoría alejados de la religión. Estos jóvenes vienen de lugares tan distintos, pero a la vez tan semejantes, como España, Argentina, Colombia, Perú, Senegal y Estados Unidos. Todos ellos hablan español, una "coincidencia" que pocos medios han resaltado. El Papa quiso escuchar y hablar en su idioma natal. Al parecer fue una  idea de los productores de este filme, único en su estilo; en cualquier caso, resulta impactante escuchar al Papa y a los jóvenes expresarse con tranquilidad y total sinceridad en este amoroso idioma que hablan algo más de 490 millones de personas en el mundo.  


Este bello e impactante documental acaba apenas de salir al aire y ya ha inundado la prensa, en todo el planeta. Todos los comentarios que he leído hasta ahora, aunque provienen de los más distintos flancos ideológicos, son positivos. Eso ratifica la amplitud de este papado que ha sabido ir, como ningún otro, a las periferias, y ha abierto con coraje las puertas de la iglesia para acoger todos los dolores de la humanidad. No es que antes no se hiciera, no; pero es que gracias a Francisco, ya no solo son los curas y las monjas "de barrio" los que van al encuentro de los marginados, sino que ahora también lo hace la alta jerarquía, en cabeza justo del máximo líder de la institución. No es un detalle menor. 

En este diálogo el Papa Francisco escucha, sí, ante todo escucha con amor, y responde con sabiduría y ecuanimidad a varias preguntas, algunas "difíciles" que estos jóvenes le plantean: ¿Tiene nómina?; ¿Tiene móvil (celular)?; ¿Qué piensa del aborto?; ¿Ha hablado alguna vez con un religioso condenado por abuso?; ¿Se imagina a una mujer en el puesto que ocupa usted?; ¿Qué piensa de la pornografía?; ¿Qué es el amor para la Iglesia? 

Esta última pregunta no solo la respondió con sabias y sentidas palabras, sino que, me atrevo a decir la respondió activa y ejemplarmente a lo largo de toda la película-documental, que por cierto no alcanza a durar hora y media. Su actitud fue de apertura, de acogida ante las inquietudes, los dolores y las opiniones honestas y sin tapujos de estos jóvenes. 

Y, como ya lo dije, hacia el final, poco antes de despedirse, justo con la pregunta sobre "¿qué es el amor para la Iglesia? manifiesta con absoluta convicción que "la fraternidad no es negociable". Yo agrego, reconociendo mis enormes limitaciones, que la fraternidad es el camino más sano e inteligente que podemos y debemos seguir para resolver los grandes problemas de la humanidad. 

Este es un documental que bien vale la pena verse más de una vez. Ojalá lo transmiten por otras plataformas digitales para que muchas personas lo vean, y se sientan, de alguna manera escuchadas, y queden tocadas por el particular amor de este pontífice que el Espíritu Santo ha querido traer a la Iglesia Católica en estos tiempos tan convulsos. 

A mí particularmente, como católico, me interpela y me llama a ser más coherente con la fe que profeso y, de manera especial, a seguir luchando por que la fraternidad sea la norma de las normas. Creo en la fraternidad como camino, como guía, como fuente de paz y de armonía, como forma de vida para entablar relaciones con cualquier persona que se me (nos) cruce, incluso con aquellas que no me agradan.  

¡Gracias Papa Francisco! 

Jaime Borda V. 
Domingo de Pascua, 9 abril de 2023. 

27 de marzo de 2023

Fomentar la cultura no es una prioridad en Tocancipá.

Por desgracia la corrupción y la ineficiencia de ciertas administraciones municipales no han disminuido en absoluto como muchos esperábamos que pasara con el cambio de gobierno.

No creo que sea propiamente algo auspiciado desde la Casa de Nariño. No... Me parece temerario hacer semejante afirmación. Aunque la verdad, pura y transparente, relacionada con el manejo de los dineros públicos, es prácticamente imposible que se devele en el corto plazo, menos en un país como Colombia. Es una lástima, pero esa verdad si es irrebatible.    

Desde hace unos años vivo en Tocancipá y he podido ver más de cerca cómo el poder político lleva a tomar decisiones irresponsables y cometer injusticias veladas contra los más vulnerables. Este municipio tiene un buen programa cultural conocido como Escuela de Formación Artística de Tocancipá (EFAT) en la que cada año participan con alegría y optimismo más de 5000 personas, de las cuales un alto porcentaje son niños y jóvenes del municipio.


En este año lectivo 2023, de manera inexplicable, las inscripciones para las diferentes actividades que ofrecen (dibujo, bandas, cuentos, teatro, coros y otras) se ha demorado mucho más que otros años. Normalmente para finales de febrero ya estaban abiertas las inscripciones y se empezaban a organizar los diferentes grupos, según el número de inscritos. Este año demoraron el proceso casi un mes más y solo hasta mediados de marzo abrieron, tímidamente, las inscripciones. Digo "tímidamente" porque no le hicieron mucha propaganda. Una de las bandas tenía una posibilidad de viajar a España, pero además de que no tener ni siquiera un uniforme digno, el secretario de cultura prefiere envolatar los dineros antes que abrir oportunidades. También he sabido que a muchos de los formadores los amenazan con quitarles su contrato si hacen alguna denuncia de las evidentes irregularidades que se vienen presentando en esta dependencia. 

Cientos de niños, jóvenes y adultos mayores han tenido que esperar por una respuesta que finalmente llegó, un "poco muy" tarde y sin mayores explicaciones. Es más, aunque las inscripciones están abiertas desde hace ya dos semanas o un poco más, no todos los interesados en seguir su formación artística han recibido una llamada por parte de la Secretaría de Cultura o del profesor asignado. Como siempre, nadie sabe nada, nadie tiene una información precisa. Solo sabemos, por la página de la alcaldía que las inscripciones siguen abiertas hasta el 8 de abril y que hay varios profesores que no han firmado el contrato. ¿Qué puede pensar uno?  Sencillo, se robaron el presupuesto de cultura del mes de marzo. ¿Eso es pensar muy mal? Creo que conociendo a nuestros gobernantes la idea no es para nada descabellada. 

Los que hoy ostentan el poder, gracias a los votos de los ciudadanos, prefieren aprovechar su cuarto de hora para desfalcar el erario público antes que ganar reconocimiento por una labor bien hecha que además de prestigio les puede hacer ganar otras elecciones. Pero no, el dinero fácil es una tentación muy grande para la mayoría de nuestros políticos a lo largo y ancho del territorio nacional. Pareciera que el honor no radica en ser el mejor alcalde o el mejor gobernador, sino en quién logra firmar más contratos fantasmas y desviar el dinero de los contribuyentes hacia cuentas bancarias (¿o caletas?) personales.       

Tocancipá es un municipio "afortunado" que cuenta con cuantiosos ingresos por cuenta de las empresas que funcionan en este sector, entre ellas una gran fábrica de Coca-Cola, por nombrar solo la más emblemática. Y sin embargo, sus habitantes no ven mayores progresos en la zona y con dificultad ven sus necesidades más apremiantes realmente satisfechas de manera justa y eficiente. 

Por no ir muy lejos, cerca de mi casa hay un riachuelo que necesita ser dragado, desde hace mucho tiempo, y un puente que espera ser reforzado y pavimentado desde hace también varios años. En estos días de lluvia se han formado pozos de agua que parecen lagos y ríos de corrientes tan fuertes que terminaron derribando un muro, poniendo en evidencia la ineptitud del alcalde y su secretario de obras, pero también poniendo en peligro a los transeúntes y a los conductores (que son bastantes; es una vía muy transitada)... Y pasan los días y no pasa nada. Bueno, hicieron una "reparación" mínima al puente (porque sea abrió un hueco enorme) y poco más. 

Y así estamos, viendo con impotencia cómo se vulneran nuestros derechos y como se despilfarra nuestro dinero en francachela y comilonas. Ah! Porque para fiestas, al parecer, sí hay presupuesto. Y sé que éste no es el único municipio. Hay otros en los que se roban casi todo el presupuesto sin la menor vergüenza...  

¿Hasta cuándo aguantaremos?   


26 de febrero de 2023

Las voces de la pobreza

“Pues siempre tendrán a los pobres con ustedes y los pueden ayudar en cualquier momento; pero no siempre me tendrán a mí”. Marcos, 14:7


Más allá de cualquier creencia religiosa, estas palabras de Jesús resultan especialmente paradigmáticas porque nos interpelan constantemente y me atrevo a decir que nos cuestionan hoy más que hace 2000 años.  “Los pobres estarán siempre con ustedes” ¿Quiere decir esto que jamás podremos acabar con el flagelo de la pobreza? Honestamente, no sabría, ahora mismo, cómo contestar a este interrogante tan crucial. Me parece que aún tenemos, como humanidad, un largo camino por recorrer para dar una respuesta asertiva a esta pregunta. 

Ahora bien, Jesús mismo nos ofrece una luz al decir que “los podemos ayudar en cualquier momento”. Por ende nos invita así a la acción continua, a ayudar a los más necesitados en todo momento y en toda circunstancia. 
Pero, estemos atentos, también hace hincapié en que “no siempre me tendrán a mí”.  ¿Qué pueden significar exactamente estas palabras? ¿Acaso no dijo también,  Él mismo, que estaría con nosotros en todo momento? ¿Y entonces? 

Dios, como yo lo veo y lo siento, está en todo lugar y en todo tiempo, pero nosotros hemos decidido alejarlo de nuestras vidas. Aunque muchos lo nieguen categóricamente, parte de la situación actual de nuestro mundo tiene sus raíces en que, con frecuencia, en nuestro afán por el progreso, y por una terca necedad de buscar un bienestar puramente material, hacemos a Dios a un lado. 

El evangelio me vuelve a interpelar: "No solo de pan vive el hombre"... "Busca primero el reino de los cielos y todo lo demás se os dará por añadidura". Son afirmaciones que pueden resultar muy fuertes para algunos y confusas para otros. El hambre y la pobreza que la sostiene son realidades innegables. Muchos pueden decir, y con razón, que con predicar el evangelio no se espanta al hambre. 

Y aquí entonces me surge una gran pregunta: ¿y no hay mucha gente buena que va a misa con frecuencia, que obedece los mandamientos de Dios, que incluso hace obras de caridad y predica el evangelio y aún así viven en la pobreza? ¿Por qué a ellos la vida no les sonríe con algo más que el pan de cada día? 

Voy a ser honesto, una vez más, no tengo la respuesta a este crudo cuestionamiento. Podría decir, para salir bien librado, que este mundo es muy injusto y por eso no todas las personas tienen lo que realmente se merecen, que hay gente mala e insensible que constantemente se roba la plata de los programas sociales del Estado, que el capitalismos salvaje solo da lugar a los más avispados o a algunos tontos con suerte, que el origen sociocultural de las personas es una especie de karma que solo se supera más o menos después de unas cinco generaciones o quizá nunca. En fin, explicaciones puede haber muchas y ninguna será suficiente, ni satisfactoria para resolver el dilema.  

Más allá de todas estas consideraciones, la realidad es irrefutable, los pobres están por todas partes, aunque segregados. La pobreza sigue afectando día tras día a más personas y al parecer en poco tiempo todo puede ser peor. Eso dicen los gurús que profetizan una recesión económica  mundial importante para este 2023. ¿Y hay alguna salida? Seguramente hay muchas, pero implican sacrificios que muy pocos están (estamos) dispuestos a hacer. 



El capitalismo salvaje viene arrasando con los recursos naturales desde hace décadas y su lógica del progreso y del bienestar individual no hace más que contribuir a perpetuar las desigualdades sociales, como si fuera una ley universal que en este mundo siempre debe haber ricos y pobres (para lo cual hay centenas de argumentos) y que por ende la distribución equitativa de las riquezas será una utopía eterna. 


Investigando hace unos días sobre economías alternativas, me topé con esta idea que, a mi modo de ver, tiene mucho de verdad: 

El pensamiento liberal no ha podido buscar la libertad real entre personas, ni entre grupos y comunidades porque desconoce el sentido de la unidad. Más bien ha dado por un hecho que las desigualdades, en todas sus formas, son una especie de fatalidad. No ha sabido distinguir entre las desigualdades que es necesario respetar y promover, de las que son resultado de una historia atravesada por la injusticia, que tiene su raíz en la falta de reconocimiento y del respeto al otro como igual, como prójimo. (Aguilar Sahagún, 2002; p. 86) 

Quiero resaltar algunos aspectos importantes que entreveo en estas líneas: 


El gran sueño de la libertad no depende del dinero, sino del sentido de unidad, un principio de una potencia infinita, pero no tan sencillo de exponer. Eso daría para un libro. 


Las desigualdades no son una fatalidad, más bien son una gracia y una oportunidad para ser mejores seres humanos. La diversidad que nos caracteriza es realmente una gracia (dependiendo de cómo la veamos y la vivamos, claro está) y las desigualdades sociales son una oportunidad que nos impulsa a buscar caminos de justicia, solidaridad y fraternidad.  


Gracias a Dios hay mucha gente buena que lucha por construir un mundo mejor. Eso también es una verdad innegable, pero no es menos cierto que ese alivio no es suficiente, en absoluto, para resolver el problema de la pobreza y acabar con el hambre y con las enormes injusticas que siguen gobernando nuestro mundo. Como diría Coetze, hoy en día la bondad por si sola no es una virtud tan valiosa o al menos no es suficiente para cambiar el rumbo de la historia, se requiere de heroísmo. 


El desafío es enorme, pero vale la pena afrontarlo y, hacer nuestras las palabras del filósofo francés Éric Sanin, "Debemos defender el derecho a experimentar otros modos de existencia más virtuosos y solidarios" (...) e implicarnos, con entusiasmo y convicción "en los asuntos comunes" y sentirnos así "plenamente involucrado(s) en el desarrollo de nuestros destinos individuales y colectivos".   


Jaime Borda Valderrama 

Escribo por pasión y convicción


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Alcanza tu propósito en tres etapas

   Y ahora vamos con el segundo video de Robin Sharma (son cuatro en total).  Podría mejor no hacerlo, pero no, he decidido compartir este “...