8 de junio de 2021

El arte y el valor de educar

Comparto, para quien pueda interesar, mis respuestas/reflexiones a una serie de preguntas que me formularon recientemente desde la Universidad Internacional de Valencia, donde actualmente colaboro como Director de TFM. 


Aquí va:

VIU: ¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha tenido como docente en medio de la pandemia?

JBV: Adaptarse a la virtualidad no fue sencillo para muchos, tanto para docentes como para estudiantes. Fue un cambio abrupto para el que nadie estaba preparado. Pero a este punto, después de más de un año de confinamiento, la situación es diferente. Al menos, los colegios privados y las universidades han logrado adaptarse al desafío, encontrando maneras novedosas de enseñar y de generar participación por parte de los estudiantes.

No obstante, persiste, en muchos casos, la falta de motivación, lo cual se constata en que los alumnos no prenden las cámaras y, por otro lado, que los que intervienen son usualmente los mismos. Esto es un problema que se da tanto en secundaria como a nivel universitario. Muchos adolescentes, carentes de autodisciplina y autodeterminación, se han dejado llevar por el desánimo y la incertidumbre y se conectan a las clases, pero acostados en su cama y sin prestar la más mínima atención. Es una realidad preocupante.

En cuanto a la educación pública, la situación es más compleja y la pandemia no ha hecho más que agrandar la brecha entre los que tienen mejores condiciones económicas y los jóvenes y niños de familias vulnerables. Y ni qué decir de las escuelas rurales. En muchos colegios públicos, los niños o los jóvenes no tienen ni siquiera un computador y, por supuesto, tampoco conexión a internet. ¿Qué han tenido que hacer los docentes? Enviar guías por correo electrónico, por WhatsApp o, incluso, en formato impreso. Obviamente, esto dificulta mucho los procesos de enseñanza-aprendizaje.

El gobierno ha habilitado plataformas para facilitar estos procesos de virtualización, pero de todas maneras siguen siendo grandes las diferencias entre las clases que se imparten en los colegios privados y las que se dan en los colegios públicos. En los primeros, las clases son sincrónicas, en los segundos, son –en muchos casos- asincrónicas, o, como ya dije, se limitan al envío de guías de trabajo. E infortunadamente, la mayoría de estos estudiantes carecen de autodeterminación, y de los medios necesarios para gestionar su propio aprendizaje. 

Un aspecto que es necesario subrayar es que en medio de esta coyuntura el trabajo de los docentes, de todos los niveles, se ha aumentado de manera alarmante, tanto para los que laboran en entidades privadas como en entidades públicas y esto trae como consecuencia agotamiento físico y psicológico en los maestros o, en ciertos casos, una preparación superficial de las clases.

VIU: Por otro lado, ¿Cuáles han sido los aprendizajes y aspectos positivos a resaltar?

JBV: Sin lugar a dudas todos hemos tenido que buscar nuevas formas de enseñar y, sobre la marcha, hemos aprendido a sacar el mayor provecho posible de todas las ventajas que ofrece la virtualidad.

A pesar de las circunstancias, y en medio de no pocas dificultades e injusticias (tan propias de nuestras sociedades latinoamericanas), los docentes han hecho todo lo que está en sus manos por seguir educando a la niñez y a la juventud de nuestro país.  No creo exagerar si digo que los maestros y las maestras, en su gran mayoría, han sido héroes silenciosos que han puesto todo de su parte por sortear los obstáculos y los desafíos que esta situación ha planteado. 

Personalmente, he visto cómo diferentes colegios y universidades (al menos del sector privado) han brindado a sus docentes las herramientas necesarias para potenciar la calidad de la educación virtual y lograr un aprendizaje significativo en sus estudiantes. Como es apenas obvio, algunas instituciones educativas lo han hecho mejor que otras y algunos docentes se comprometen más que otros.        


VIU: ¿Cómo considera que la coyuntura ha revolucionado la manera de educar?

JBV: Bueno, pasar de la presencialidad a la virtualidad de manera tan abrupta ha sido ya toda una revolución en sí misma. De todas maneras, cabe señalar que, en el caso de Colombia, la coyuntura ha impulsado el surgimiento o fortalecimiento de diversas iniciativas de educación virtual no formal que ofrecen cursos de todo tipo y para diversos presupuestos. 

Desde mi punto de vista, esto ha significado una democratización del conocimiento que, esperemos, traiga consecuencias positivas a mediano y largo plazo, para la construcción de una sociedad dinámica, más justa, más equitativa y con mejores oportunidades para todos, tanto laborales, como de desarrollo personal y colectivo.


VIU: Personalmente, mientras dicta su clase ¿ha vivido alguna situación específica que le haya marcado durante esta pandemia?

JBV: En la actualidad no dicto clases formales en ninguna institución educativa, sólo algunas charlas, talleres o clases particulares mediante Zoom, Teams, o Google Meet. Esta experiencia me ha mostrado cómo el trabajar con grupos pequeños o con una sola persona, brinda la posibilidad de responder de manera más eficiente a las necesidades de los estudiantes y crear diálogos constructivos con ellos. Igualmente, se hacen más evidentes los progresos en el aprendizaje.

De todas maneras, sí quiero resaltar una experiencia particular que viví recientemente y fue la invitación de la coordinadora de primaria del Fleming College de Perú para dictar una charla sobre conciencia ambiental a estudiantes de sexto grado. Quedé gratamente impresionado por el interés y la participación de estos chicos y chicas en esta charla, la cual no fue sólo la oportunidad de crear conciencia en estos jóvenes, sino de hacer una reflexión personal en torno a mi relación con “la madre tierra”. Eso demuestra, entre otras cosas, cómo las redes sociales permiten crear puentes de reconocimiento y de aprendizaje mutuo entre diferentes culturas. 



Fecha de la entrevista: 12 de mayo de 2021 

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