30 de diciembre de 2022

Cada día puede ser mejor que el anterior

 
Hasta donde me llega la memoria, nunca en mi vida he hecho un balance a fondo al finalizar un año y eso que ya tengo algo más de cincuenta primaveras sobre mis espaldas. 

Este año ha sido único y merece un buen balance. Por eso, antes que suene, en estas latitudes latinoamericanas, la última campanada del 2022, quiero compartir algunas reflexiones que me vienen  dando vueltas en mi cabeza y en mi alma desde hace unos días.

En enero de 2020, dos meses antes de que se declarara la pandemia por coronavirus yo estaba en una UCI con pronóstico reservado. No podía pasar bocado y me costaba caminar o mantener mi cabeza quieta. Me estaba alimentando por sonda. La situación era tal que algunos amigos cercanos empezaron a investigar la forma de conseguirme una pensión por invalidez. El futuro parecía clausurado para mi. No solo tenía mi cuerpo acabado, también el alma y mis pensamientos. Me sentía muerto en vida. Pero no era ese el destino que Dios quería para mi. 

Hace unos pocos días estaba de pie, ante un grupo de profesores, profundamente emocionado, dando gracias por todas las oportunidades que este año me había ofrecido. Cuando iba de regreso hacia mi silla, pensé que pocos podrían entender las razones de mi emotividad. Me vinieron a la memoria imágenes de cuando estuve hospitalizado, primero en octubre de 2019 y luego en enero de 2020. El que caminaba no era el Jaime de hace tres años, ni siquiera el de hace dos, era otro, un Jaime que estaba dormido, enjaulado, escondido, pero que finalmente salió a la luz, sin apenas darse cuenta. Claro, ahora lo se y lo entiendo y estoy feliz por ello.  

Desde agosto de 2020 me he dedicado, sin tener mucha claridad sobre lo que quería, a trabajar de manera independiente en varios frentes, todos guiados por un mismo eje compuesto de tres elementos interrelacionados: conocimiento, investigación, lenguaje escrito. Ahora, mirando lo aprendido puedo afirmar que no siempre es necesario tener un propósito totalmente definido en la vida para avanzar y sentirse mejor con uno mismo. Por supuesto, debe tenerse al menos una idea de base, conocer tus propias capacidades es un buen punto de partida; pero, no tiene que ser una idea estructurada. Lo que si resulta vital, de verdad, es actuar, luego se podrá ir perfeccionando la idea, la visión del futuro que quieres y te mereces, e ir dibujando objetivos cada vez más sólidos para tu vida. No quiero decir con esto que no sea importante tener una visión, un propósito claro; por supuesto que sí es importante para progresar en la vida, pero en caso de no tenerlo, no debes quedarte estancado, es imprescindible actuar, y poco a poco el horizonte se volverá más nítido, brillante y poderoso. 

A lo largo de este año tan particular he logrado consolidar mi autoconocimiento y mi autoestima. Por supuesto, debo seguir trabajando en ello, aún hay mucho por mejorar. En cualquier caso, lo que me da mayor alegría, lo que me ha impulsado a escribir estas líneas, es ver que he aprendido a creer en mi mismo, a no tener miedo de los retos que me llegan. Y cuando aparece el miedo, lo encaro y le digo: sé que puedo contigo. 

Creer en uno mismo abre muchas puertas, todas las que uno quiera o necesite que se abran, y además derriba casi cualquier obstáculo que se interponga en el camino. Algunos pueden demorar un poco más en caer, pero finalmente caen y los que no, significa que esa lucha no es para ti y que, de seguro, hay otras oportunidades esperando. 

Mis logros de este año: dirigí con éxito 5 Trabajos Fin de Máster con la Universidad Internacional de Valencia y hay otro en su fase fina, que será defendido en el 2023; corregí y mejoré sustancialmente 8 tesis, dos de pregrado, 4 de maestría y 2 de doctorado, sobre los más variados temas; escribí 3 artículos, 2 relacionados con educación virtual en tiempos de pandemia y otro sobre tomas de decisiones empresariales; revisé y mejoré tres documentos con contenido específico de cursos virtuales para la Policía Nacional; dicté, en dos ocasiones, un curso de seis horas sobre fundamentos de redacción científica con el CIID; dicté ese mismo curso, en versión más reducida, a cuatro grupos de profesores de una Universidad en el Perú; escribí un artículo sobre incidencia de las TIC en la educación ambiental en América Latina, que -confiando en Dios- será publicado en el primer trimestre de 2023; escribí y expuse mi primera ponencia desde que obtuve mi doctorado, el tema: Multidimensionalidad de la Pobreza y respuestas posibles desde la Economía de Francisco; gracias a una colega de la VIU hice una revisión crítica de un documento en inglés sobre claves para el uso adecuado de las TIC en educación superior (por supuesto me pagaron por dar mi opinión); tuve la oportunidad de asesorar a un precandidato a la presidencia de Colombia, revisando y aportando ideas a su programa de gobierno; acompañé y orienté las clases de metodología de la investigación de décimo y once en un colegio aquí en Colombia, lo que me dio la oportunidad de estar en contacto directo con los jóvenes; apoyé a los tutores de los proyectos de once de ese mismo colegio y, como otros años, evalué los trabajos de grado de los estudiante de 11 y los anteproyectos de los estudiantes décimo... Todo esto me ha dejado un aprendizaje y, con humildad lo digo, en cada parte he dejado una huella, quizá pequeña, quizá difusa, pero la he dejado.  

No ha sido poco, ciertamente. Todo lo logrado en este año 2022 me llena hoy de alegría y de satisfacción. Sin embargo, debo decir que a la par con los logros y los éxitos alcanzados, también hubo algunos fracasos, que quiero compartir. 

El más duro de todos quizá: los trabajos de grado que presentaron los estudiantes de once, de muy baja calidad en comparación con los de anteriores había. El golpe fue más duro porque era la primera vez que los acompañaba (a estudiantes y profesores) a lo largo de todo el año escolar, no solo al final, y yo estaba allí en teoría para que presentaran unos buenos trabajos. Pero no fue así. Esto me implicó hacer una serie de ajustes y evaluar a fondo mi labor como asesor del programa de investigación de este colegio. El resultado final no fue el esperado, pero aprendí algunas lecciones importantes: *asumir abiertamente, y sin dramatismos, la responsabilidad del fracaso permite avanzar y plantear soluciones asertivas; **es necesario tener las reglas claras desde el principio, no se puede trabajar sobre supuestos; ***no debo conformarme con cumplir y hacer solo lo que me piden, se puede siempre hacer más, por el bien de los estudiantes, por el bien de la institución para la que trabajo y por mi satisfacción personal. 

En marzo de este año me lance a ser parte del Consejo de Administración del conjunto donde vivo y fui elegido como Presidente... Ha sido una experiencia agridulce de la que he aprendido varias lecciones, menos esta: callar mis opiniones y mis frases cargadas de ironía. Para ser honesto, son varias las lecciones no aprendidas y si bien gané algo de costra, también es innegable que no logré superar mis prejuicios y mi rabia contra ciertas actitudes. Voy al punto. En el consejo hubo (hay, esto no se ha terminado) dos personajes con los que no he podido tener una buena relación. Su forma de ser, de hablar y de actuar me irrita profundamente y nunca tuve el valor suficiente para acallar esos sentimientos y terminé diciendo y haciendo cosas que no corresponden a un "buen cristiano". La mejor solución quizá habría sido renunciar y conservar mi paz interior. Sin embargo, no lo hice. Y, debo decir, aunque duela, que mi actitud frenó la posibilidad de concretar algunos proyectos. Por supuesto que la responsabilidad en todo lo que pasó y en lo que no pasó, no es solo mía. Ahora bien, a pesar de todo, sigo creyendo que vale la pena ejercer la política en cualquier ámbito, por pequeño que sea, impulsado por la idea que la política es el arte de buscar los mejores caminos posibles para lograr el bien común.    
¡En últimas, ha sido un gran año y voy a por más, en el 2023!
 
Hoy, 30 de diciembre, doy infinitas gracias a Dios por todo lo vivido, lo alcanzado y lo aprendido en este año que está a punto de terminar. Gracias a mi esposita y a mis hijos, por amarme tanto en los buenos y en los malos días. Por todo lo que me enseñan. Y gracias a todos los que me acompañaron, de una u otra manera, en este tramo del camino. GRACIAS.   

Dios es bueno; siempre y en todo momento, DIOS ES BUENO.
 
&&&&&&&&&&

23 de diciembre de 2022

Alas de esperanza

En época de cambios, 

mejor dejar el pesimismo 

y optar por la sonrisa, 

por la sinceridad amable, pero diáfana

por las rosas y las uvas,

por el agua cristalina. 


Revivir la esperanza, 

la alegría y el optimismo 

aunque a veces sea gris el panorama 

con la certeza que siempre,

tarde o temprano, 

la luz vuelve a brillar. 


La vida vale la pena ser vivida 

aunque sea impredecible 

aunque traiga dolores 

aunque haya preguntas sin respuesta 

aunque a veces broten espinas por doquier. 


A veces parece empinada la existencia,

pesada la carga que llevamos,

seco y árido el camino, 

pero la cima nos aguarda,

y también nos esperan con regocijo

el árbol, la sombra, el trigo y las cerezas.


El dolor ha sido siempre semilla,

la alegría serena, su flor eterna.

El camino puede que no sea llano,

pero está abierto para seguir andando. 

Vamos juntos, sin miedos, sin reservas,

el mundo nos espera y nos necesita. 

Por todo esto, hoy, solo quiero sonreír. 




 



 

14 de diciembre de 2022

Desempolvando al poeta

Busco palabras

Tengo días en que
busco palabras sonoras y precisas
para decir algo profundo,
un algo que ilumine mi propio sendero,
pero de pronto me doy cuenta que
no tengo nada nuevo que decir.
Como si solo de aridez estuviera hecho.
Quizá me falte salir a mirar y andar otros mundos.
O saber escuchar en silencio.
El estar inmerso entre conceptos,
hoy, de ética, pedagogía y metodología
no me deja ver, ni hablar en esos días,
desde mi corazón escondido.

Hay muchos días así.

Pero mañana saldrá de nuevo el sol
y seguiré caminado, buscando, soñando.
¿Será diferente? ¿Seré diferente?
¿Vendrán las palabras?
¿Quién puede saberlo a ciencia cierta?
Que más da.
La vida se nos ofrece
momento a momento
para saborearla, para disfrutarla,
para sufrirla;
en fin, para ser y estar,
aquí y ahora.

14/dic/2022
Jaime Borda V.









Alcanza tu propósito en tres etapas

   Y ahora vamos con el segundo video de Robin Sharma (son cuatro en total).  Podría mejor no hacerlo, pero no, he decidido compartir este “...