30 de junio de 2016

La vida no termina con la muerte, estoy seguro.

A pesar del tiempo transcurrido tu recuerdo sigue muy presente entre nosotros, de una manera nueva, pero con la misma intensidad o incluso mayor de aquella que nos ha acompañado desde el día en que te fuiste para el cielo.

Por ese recuerdo, por la certeza de tu presencia, de tu compañía constante, en este nueva conmemoración de tu nacimiento, hace 91 años, reescribo las palabras que dije el día de tu funeral, que -a mi modo de ver- siguen vigentes y hoy cobran un nuevo sentido.



"Gracias. Hoy es ante todo un día de acción de gracias.

Gracias a Dios por el regalo que ha significado la vida de nuestra María Emma para todos los que tuvimos la fortuna de conocerla.

Gracias a Dios por la forma en que ella supo donar su vida hasta el último suspiro y por todas las enseñanzas que nos deja.

Mamá, tú has dejado una huella profunda en nosotros y en todos los que te han conocido; una huella de alegría, de coraje, de tesón, de fe, de una profunda unión con Dios y, por supuesto, de amor, de un amor sin medida y particular por cada uno.

Mamá, ahora que serás semilla de la tierra y una estrella en el cielo, 
ayúdanos a ser cada día mejores porque ese era tu sueño,
que cada uno de nosotros fuera mejor cada día.
Hoy lloramos tu partida de este mundo,
pero sabemos que hay una gran fiesta en el cielo".

Gracias mamá por todo, por seguir a mi lado, por acompañarme en esta aventura de la vida.    
Hoy, con los ángeles en el cielo, te digo también "feliz cumpleaños", ahora de eterna juventud!!

   

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