Surgen miles de voces
por todas partes.
Todas dicen tener la verdad.
¿Pero cuál verdad?
Entre tantos anuncios
de aquí y de allá,
¿a dónde ir? ¿a dónde mirar?
Mejor cerrar los ojos
e intentar,
por un instante,
escuchar tu voz.
Quizá, allí,
justo en el silencio,
encuentres lo que buscas.
Más que ventanas,
más que puertas abiertas
hacen falta paisajes,
caminos, ríos y montañas
donde pisar y caminar
con libertad,
sin bombas, sin ataduras,
sin prejuicios, sin ambiciones.
Y del silencio,
y de la libertad de cada quien
puede que surja, ¿por qué no?
el deseo honesto de conocernos,
de amarnos, de compartir,
de construir juntos
de crecer, de sumar
y de tejer el bien.
Y así, un día cualquiera,
sin darnos apenas cuenta
se hará realidad
un mundo nuevo,
y entandamos entonces, por fin,
lo que significa
la palabra fraternidad.